Ya les he dicho que noviembre para mí es una amalgama de sentimientos. En los días impares estoy llena de nostalgia, tristeza y frío y en los pares resurjo, me lleno de esperanza, me pinto de azul y salgo a saltar por las calles llena de vida.
Te amo por ceja, Julio Cortázar
En medio de una pandemia que no da tregua, que produce bajas incontables y deja secuelas, que merma los equipos de Salud hata sacarnos lágrimas, que produce incertidumbre al no hallarse una cura ni tratamiento que resulte eficaz, que incluye una guerra para ser primeros en llegar a una vacuna que proteja lo que a su vez genera desconfianza, que muestra una dirigencia que da respuestas ajenas a la crueldad del virus responsable, en medio de todo esto y mucho más, nos encuentra pretendiendo dar la espalda a esta realidad que igualmente se filtra por los poros de la sensibilidad que aún respira, marchando por la recta final que conduce a dos eventos que llevarán nuestro sello: el 18º Encuentro del FIAI y el The Second Virtual Symposium on Brugada Syndrome.
A pesar del COVID, hay calles llenas de vida en este noviembre que se inicia, como pretendía Cortázar, tal vez no las calles ni senderos que llevan al almacén, o al parque o que permiten visitar un amigo; están si las calles que transitan los camilleros, las enfermeras o los técnicos radiólogos que salen a festejar su día de noviembre.
Son las calles de la vida que inexorables, conducen como laberintos borgianos, a través de la vida y de los tiempos. Conducen por ejemplo desde un 4 de noviembre, cuando estalla en 1780 la rebelión de Tupac Amarú, hasta un 16, como Día Internacional de la tolerancia o hasta el 30, cuando se conmemorarán 120 años de la muerte de Oscar Wilde
No era precisamente tolerante el provocador anarquista que dio vida a Dorian Gray, ni el mundo lo fue con él, aunque aplaudía su obra.
Ni lo fue Condorcanqui y mucho menos el opresor colonial contra quien lideró la mayor rebelión anticolonial que se dio en Hispanoamérica durante el siglo XVIII.
No seremos nosotros tolerantes con el virus, al cual daremos batalla hasta derrotarlo, con la sangre imflamada, como la de Tupac o Wilde.