Investigadores chinos realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis dosis-respuesta de ensayos clínicos aleatorizados con el propósito de analizar el rol de la ingesta de ácidos grasos omega-3 sobre el metabolismo de los lípidos y el tamaño de la placa aterosclerótica en la enfermedad coronaria*.
Publicaron los resultados en la edición del 2 de junio de 2025 de Food Science & Nutrition y este será hoy el tema de la NOTICIA DEL DÍA.
Como introducción al tema principal de la publicación, los autores afirmaron que con el creciente envejecimiento de la población, la cardiopatía aterosclerótica coronaria se ha convertido en la principal causa de morbilidad y mortalidad a nivel mundial.
Investigaciones epidemiológicas demostraron que existen aproximadamente 197 millones de personas con cardiopatía coronaria a nivel mundial, lo que resulta en más de 9,1 millones de muertes al año.
Diversos factores, como la inflamación, la disfunción endotelial, la dislipidemia, la resistencia a la insulina, la exposición ambiental y los patógenos, pueden influir en la aparición y progresión de la aterosclerosis coronaria, y la dislipidemia está estrechamente relacionada con ella.
La categoría de ácidos grasos omega-3 abarca una variedad de ácidos grasos poliinsaturados, en particular el ácido eicosapentaenoico (EPA por sus siglas en inglés de eicosapentaenoic acid), el ácido docosahexaenoico (DHA por sus siglas en inglés de docosahexaenoic acid) y el ácido alfa-linolénico (ALA por sus siglas en inglés de alpha‐linolenic acid).
Estos compuestos sirven como agentes para gestionar y controlar los lípidos en sangre, junto con las estatinas, la niacina y los fibratos.
Sin embargo, las reacciones adversas a las estatinas, la niacina y los fibratos, como la función hepática anormal, las complicaciones musculares, la hiperuricemia, las molestias gastrointestinales y la diabetes de nueva aparición, limitan su aplicación a grupos demográficos específicos.
Los ácidos grasos omega-3 han recibido cada vez más atención en la práctica clínica debido a sus relativamente pocos efectos secundarios y a su buena tolerabilidad por parte del paciente.
Recientemente, varios metaanálisis examinaron los efectos de los ácidos grasos omega-3 en los perfiles lipídicos y la presencia de placas ateroscleróticas en las arterias coronarias.
Wang et al. realizaron un metaanálisis que reveló que la suplementación con ácidos grasos omega-3 reduce los niveles de triglicéridos (TG) y colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (HDL) de forma lineal dependiente de la dosis.
Sin embargo, la inclusión de poblaciones diversas que comprenden pacientes con cardiopatía coronaria, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia puede haber contribuido a la variabilidad de los resultados.
Asimismo, un metaanálisis de Gao et al. demostró que la suplementación con omega-3 reduce el volumen de las placas ateroscleróticas (SMD −0,18; IC del 95%: −0,31 a −0,05).
Sin embargo, la presencia de errores de extracción de datos en dicho análisis socava la solidez de sus hallazgos.
Los autores piensan realizar una nueva revisión sistemática para evaluar los efectos de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en los perfiles lipídicos y el volumen de placa en personas con cardiopatía coronaria (CHD por sus siglas en inglés de coronary heart disease).
Los hallazgos ayudarán a los profesionales clínicos a optimizar las estrategias de ingesta de ácidos grasos omega-3 para controlar mejor los perfiles lipídicos en estos pacientes.
Este estudio se centró en los siguientes tres aspectos:
(1) explorar el impacto de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en los niveles de TG, HDL-C, LDL-C y colesterol total, y las placas ateroscleróticas coronarias entre individuos diagnosticados con CHD.
(2) Investigar el impacto de diferentes países, edades medias, estados de enfermedad, duraciones de intervención, dosis, tipos de ácidos grasos omega-3 en los perfiles lipídicos a través de análisis de subgrupos predefinidos.
(3) Emplear un modelo de regresión de tres splines de una etapa para explorar la relación dosis-respuesta entre la ingesta de ácidos grasos omega-3 y los niveles de TG, HDL-C, LDL-C y colesterol total, y las placas ateroscleróticas coronarias en pacientes con CHD.
Rn resumen, esta revisión sistemática y metaanálisis de 23 ensayos controlados aleatorizados (ECA) abarcó un tamaño de muestra general de 2061 pacientes diagnosticados con enfermedad coronaria.
El objetivo fue evaluar el impacto de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en los perfiles lipídicos y el volumen de la placa arterial aterosclerótica.
La suplementación con ácidos grasos omega-3 redujo significativamente los niveles circulantes de triglicéridos (TG) (diferencia de medias estandarizada [DME] = −0,25, intervalo de confianza del 95% [IC] = −0,38 a −0,11) y colesterol total (CT) (DME = −0,12, IC del 95% = −0,23 a −0,02), sin impacto significativo en los niveles de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL-C), colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL-C) o volumen de la placa.
Este análisis dosis-respuesta de los ácidos grasos omega-3 reveló una relación lineal con los TG y una curva en forma de «J» para los niveles de CT y c-LDL.
Los hallazgos sugirieron que la ingesta de ácidos grasos omega-3 tuvo un impacto positivo en los niveles circulantes de TG y CT y subrayan la importancia de adaptar su dosis a las necesidades individuales de cada paciente en la práctica clínica.
En el análisis de estas observaciones indicaron que
en este estudio, realizaron un metaanálisis de dosis-respuesta de una etapa para examinar los efectos de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en los perfiles lipídicos y las características de la placa.
La evaluación GRADE indicó que la calidad de la evidencia para las mejoras en los TG y el colesterol total (CT) fue moderada, lo que respalda el uso de ácidos grasos omega-3 como terapia adyuvante para el manejo de lípidos en pacientes con cardiopatía coronaria.
Sin embargo, los ácidos grasos omega-3 no afectaron significativamente los niveles de HDL-C o LDL-C.
Además, la evidencia de baja calidad con respecto al volumen de la placa sugiere que los datos actuales son insuficientes para recomendarlos para promover la regresión de la placa.
Un metaanálisis de dosis-respuesta no lineal adicional reveló una relación en forma de «J» entre el consumo de ácidos grasos omega-3 y los niveles de CT y LDL-C, lo que sugiere la necesidad de determinar estrategias de ingesta óptimas.
El análisis agrupado mostró que la suplementación con ácidos grasos omega-3 redujo significativamente los niveles de TG en pacientes con CHD, con un efecto dependiente de la dosis.
Este hallazgo es consistente con estudios previos de Balk et al. y Wang et al. confirmando además el papel de los TG como un factor de riesgo independiente para CHD.
Estudios previos han sugerido que una ingesta diaria de 3-4 g de EPA + DHA puede reducir significativamente los niveles de TG en un 20%–50% en individuos con niveles séricos de TG superiores a 150 mg/dL.
Este efecto dependiente de la dosis proporciona una guía de dosificación importante para el tratamiento clínico.
Los ácidos grasos omega-3 demuestran una menor incidencia de efectos secundarios e interacciones farmacológicas en comparación con los fibratos y la niacina, al mismo tiempo que reducen eficazmente los niveles de TG.
Las guías de la Asociación Americana de Diabetes de 2019 enfatizan este punto, indicando que no se recomienda la combinación de estatinas con fibratos o niacina para prevenir eventos cardiovasculares.
Los estudios clínicos han indicado que la niacina y los fibratos no muestran ventajas significativas en la reducción de las tasas de eventos cardiovasculares en pacientes con coronariopatía y a menudo causan molestias como problemas gastrointestinales, disfunción hepática e hiperuricemia.
Las ventajas de la suplementación con ácidos grasos omega-3 los posicionan como una opción convincente para tratar la dislipidemia en pacientes con cardiopatía coronaria, con el beneficio adicional de menos efectos secundarios potenciales e interacciones medicamentosas.
Aunque el mecanismo exacto por el cual la ingesta de ácidos grasos omega-3 reduce los niveles séricos de TG sigue siendo difícil de alcanzar, se cree que incluye efectos sobre la síntesis y el metabolismo de lípidos, así como también promueve la oxidación de ácidos grasos.
Se especula que los ácidos grasos omega-3 reducen los niveles de TG al inhibir enzimas hepáticas clave en la síntesis de TG y regular positivamente la expresión del gen de la lipoproteína lipasa, acelerando así la eliminación de TG de las lipoproteínas de muy baja densidad (LDL) y los quilomicrones.
Esta revisión actual ofrece una nueva perspectiva sobre el uso de ácidos grasos omega-3 para tratar la enfermedad coronaria.
No obstante, se requiere más investigación para aclarar los mecanismos específicos de la reducción del nivel de TG, explorar las relaciones dosis-respuesta y evaluar la efectividad a largo plazo en varios grupos de pacientes.
El estudio es el primero en revelar una relación de curva en «forma de J» entre la suplementación con ácidos grasos omega-3 y los niveles de CT y LDL-C.
Específicamente, la ingesta de omega-3 por debajo de 2 g/día disminuyó significativamente el CT (SMD = −0,15) y el LDL-C (SMD = −0,17), posiblemente debido a que el EPA suprime la síntesis hepática de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y promueve la β-oxidación de ácidos grasos.
Este rango de ingesta es consistente con la mayoría de las guías clínicas, incluyendo la recomendación de la American Heart Association (AHA) de 1-2 g/día de EPA + DHA para la prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares.
Cuando la ingesta excede los 2 g/día, las reducciones en el CT y el LDL-C se atenúan o incluso pueden revertirse.
Los mecanismos potenciales incluyen altas dosis de ácidos grasos omega-3 que inhiben la expresión del receptor hepático de LDL y reducen la depuración de LDL-C, así como una ingesta excesiva de ácidos grasos poliinsaturados que promueve la peroxidación lipídica y la formación de partículas LDL pequeñas y densas.
En consecuencia, en pacientes con enfermedad coronaria, se recomienda una ingesta inicial de omega-3 de menos de 2 g/día, con monitoreo rutinario de los niveles de LDL-C; si se requiere una reducción adicional de TG (p. ej., en casos de hipertrigliceridemia grave), el aumento de la dosis debe abordarse con cautela mientras se considera el riesgo potencial de aumento de LDL-C.
Los autores descubrieron que la ingesta de ácidos grasos omega-3 no tuvo un efecto significativo en los niveles de HDL-C ni en el volumen de la placa.
Los estudios demostraron que el LDL-C oxidado causa daño a las células endoteliales, lo que lleva a la formación de placa, y su ruptura siendo un riesgo causal primario de eventos coronarios agudos.
En pacientes con CHD, el volumen de la placa y su estabilidad son determinantes clave del riesgo de eventos cardiovasculares adversos y han demostrado que los niveles reducidos de EPA van acompañados de una mayor susceptibilidad a la formación de placa.
Además, los diferentes componentes de los suplementos de ácidos grasos omega-3 pueden tener diferencias significativas en los resultados.
Urabe et al. descubrieron un vínculo entre los niveles séricos de EPA y las placas de las arterias coronarias, mientras que no se encontró una asociación significativa para los niveles de DHA.
Metaanálisis previos han indicado que la suplementación con ácidos grasos omega-3 puede conducir a una reducción en el volumen de la placa arterial (SMD = −0,18; IC del 95% [−0,31, −0,05]).
Sin embargo, el metaanálisis de Gao et al. tuvo problemas como la inclusión de ensayos controlados no aleatorizados y errores en la extracción de datos.
Considerando el efecto limitado de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en las placas arteriales, pueden ser necesarios más estudios de alta calidad para confirmar su mecanismo de acción y eficacia clínica.
Aunque este estudio se centró principalmente en criterios de valoración indirectos, como los perfiles lipídicos y el volumen de la placa coronaria, sigue existiendo cierta controversia sobre si la reducción de TG puede traducirse en mejoras en criterios de valoración clínicos importantes, como el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular o la mortalidad.
La evidencia de múltiples ensayos controlados aleatorizados a gran escala sugiere que, en poblaciones y protocolos de intervención específicos, la reducción de TG puede correlacionarse con un menor riesgo de eventos cardiovasculares.
Por ejemplo, el ensayo REDUCE-IT demostró que, en poblaciones con alto riesgo cardiovascular, el EPA de alta pureza a una dosis de 4 g/día redujo los niveles de TG en aproximadamente un 19 % y disminuyó significativamente el riesgo de eventos cardiovasculares adversos mayores, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y muerte cardiovascular.
De manera similar, el ensayo JELIS mostró que el EPA combinado con terapia con estatinas redujo los niveles de TG y los eventos coronarios en pacientes japoneses con hipercolesterolemia, con beneficios particularmente mayores observados en subgrupos con niveles basales de TG más altos.
Sin embargo, los ensayos STRENGTH y OMEMI no lograron demostrar beneficios cardiovasculares asociados con la reducción de TG, posiblemente debido a variaciones en la formulación de omega-3 (EPA + DHA vs. EPA puro), pureza, dosis y heterogeneidad poblacional.
En ciertos ensayos, el DHA puede haber contribuido a un aumento en LDL-C, potencialmente contrarrestando los beneficios de la reducción de TG.
Estos hallazgos sugieren que, si bien la reducción de TG puede ser necesaria para obtener beneficios cardiovasculares, no es suficiente, y la eficacia real también podría depender de mecanismos como los efectos antiinflamatorios, antioxidantes y estabilizadores de placa de los ácidos grasos omega-3.
Se necesitan futuros ensayos controlados aleatorizados de alta calidad para dilucidar mejor los efectos de los diferentes tipos de ácidos grasos omega-3 en los resultados clínicos en diversas poblaciones, lo que permitirá fundamentar estrategias de tratamiento personalizadas.
Reducir los niveles de TG, un objetivo importante en la prevención secundaria de la enfermedad cardiovascular, puede conducir a mejores resultados clínicos en grupos específicos, especialmente en individuos con hipertrigliceridemia o mayor riesgo inflamatorio.
Las investigaciones sugieren que cuando las terapias convencionales para reducir los lípidos se vuelven ineficaces para individuos con niveles elevados de TG, la combinación de la ingesta de ácidos grasos omega-3 con el tratamiento convencional puede producir beneficios inesperados.
Además, la Sociedad Europea de Aterosclerosis y la Sociedad Europea de Cardiología han respaldado el uso de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en combinación con estatinas para pacientes de alto riesgo con niveles de TG que oscilan entre 135 y 499 mg/dL, calificado como una recomendación IIa.
Yuan et al. encontraron que la ingesta de ácidos grasos omega-3 puede beneficiar a los pacientes con infarto agudo de miocardio posagudo al afectar el metabolismo lipídico y la función endotelial.
La Conferencia Científica Anual de la Asociación Americana del Corazón de 2019 destacó que el EPA puro es beneficioso y puede reducir los gastos médicos a largo plazo.
Esto impulsa una reevaluación del importante papel que los ácidos grasos omega-3 pueden desempeñar en la prevención de la aterosclerosis y en el control de los niveles de triglicéridos y colesterol, lo que podría proporcionar a los profesionales clínicos nuevas estrategias para la prevención y el control de la cardiopatía coronaria.
Los autores reconocieron que su estudio presentó varias limitaciones.
En primer lugar, el análisis se basó en datos agregados, lo que impidió el ajuste por factores de confusión a nivel individual y podría haber contribuido a la heterogeneidad en las estimaciones del efecto.
En segundo lugar, factores de confusión residuales, como el tabaquismo, la actividad física y los hábitos alimentarios, podrían haber influido en los niveles de lípidos y la progresión de la placa.
Además, las variaciones en los métodos de medición y las definiciones de los resultados entre los estudios podrían haber contribuido aún más a la heterogeneidad.
Asimismo, los estudios incluidos reclutaron principalmente a pacientes de mediana edad y ancianos, lo que limitó la generalización de los hallazgos a poblaciones más jóvenes con cardiopatía coronaria
Finalmente, debido a la insuficiencia de datos, no pudieron realizar análisis de subgrupos basados en el sexo.
Las investigaciones futuras deberían priorizar los metaanálisis de datos de participantes individuales para superar estas limitaciones y explorar estrategias personalizadas de dosificación de omega-3 en diversas poblaciones.
Como conclusión, en pacientes con cardiopatía coronaria, la suplementación dietética con ácidos grasos omega-3 tiene un efecto beneficioso en la reducción de los niveles circulantes de triglicéridos y colesterol total, especialmente durante los primeros 6 meses de tratamiento.
Además, el análisis dosis-respuesta reveló una correlación en forma de «J» entre la ingesta de ácidos grasos omega-3 y los niveles séricos de colesterol total y colesterol LDL.
Estos hallazgos subrayaron la importancia de adaptar la dosis de ácidos grasos omega-3 a las necesidades individuales de cada paciente en el ámbito clínico.
Palabras clave: placa arterial, lípidos sanguíneos, enfermedad coronaria, ácidos grasos omega-3
* Zhang C, Xie Y, Zhou J, Zhang C, Xiang Q, Zhong Y, Xiao J, Feng J, Liao B, Chen X, Deng L. Effects of Omega-3 Fatty Acids Intake on Lipid Metabolism and Plaque Volume in Patients With Coronary Heart Disease: A Systematic Review and Dose-Response Meta-Analysis of Randomized Clinical Trials. Food Sci Nutr. 2025 Jun 2;13(6):e70372. doi: 10.1002/fsn3.70372. PMID: 40463990; PMCID: PMC12129820.