08.06.2025

Daños a la subestructura cardíaca inducidos por radiación y restricciones de dosis 

Investigadores que se desempeñan en el Departamento de Oncología Radioterapéutica, del Cuarto Hospital de la Universidad Médica de Hebei, y del Centro de Investigación Clínica de Oncología Radioterapéutica de Hebei, Shijiazhuang, China realizaron una revisión de la literatura destinada a analizar el deterioro acaecido en las subestructuras cardíacas (CS por sus siglas en inglés de cardiac substructures) producidas por la realización de terapias radiantes en pacientes afectados por neoplasias torácicas al mismo tiempo que sugirieron dosis adecuadas a cada situación clínica*.

Publicaron sus conclusiones en la edición del 5 de junio de 2025 del Radiation Oncology Journal que serán hoy comentadas en la NOTICIA DEL DÍA

Para introducir el tema, los autores señalaron que la RICD (por sus siglas en inglés de radiation-induced cardiac damage) se refiere al daño estructural y funcional cardíaco causado por la radioterapia para neoplasias torácicas, incluyendo enfermedad coronaria (EAC), insuficiencia cardíaca, miocardiopatía, enfermedad pericárdica, disfunción del sistema de conducción y enfermedad valvular. 

Estudios epidemiológicos y ensayos clínicos demostraron que la incidencia de RICD en pacientes sometidos a radioterapia para tumores torácicos y cáncer de mama varía ampliamente, desde 4,1 a 62%.

Además, un modelo predictivo reciente indicó que hay 7 casos de eventos cardíacos asociados a la radiación (EC) por cada 10 000 individuos entre mujeres asiáticas que reciben radioterapia de mama completa.

La dosis cardíaca media (DCM) se utiliza comúnmente para evaluar el riesgo de RICD. 

El avance de la tecnología de radiación ha reducido en gran medida la dosis de radiación cardiovascular y la exposición al volumen. 

No obstante, los efectos de la radiación de baja dosis en el corazón siguen siendo inevitables, especialmente con la aplicación de la radioterapia conformada tridimensional moderna (3D-CRT) y la radioterapia de intensidad modulada (IMRT), donde la distribución de la dosis dentro del corazón se vuelve más desigual. 

Esta desigualdad debilita un poco la relación entre la DCM y la dosis de CS (por sus siglas en inglés de cardiac substructures), lo que es potencialmente engañoso porque la DCM podría ser un sustituto confiable en situaciones limitadas para evaluar la toxicidad cardíaca. 

Además, diferentes CS exhiben sensibilidades variables a la radiación, lo que complica la evaluación dosimétrica de estas subestructuras.

Además, las diferencias individuales, la complejidad de los CS, las variaciones en las técnicas de escaneo y las diferencias en los niveles de habilidad entre los médicos plantean desafíos para delinear los CS.

Los CS incluyen las aurículas y los ventrículos, las arterias coronarias, los vasos cardíacos principales, las válvulas cardíacas, el nódulo sinoatrial (NAS), el nódulo auriculoventricular (NAV) y el pericardio. 

La asociación entre los parámetros dosis-volumen de los SC y el daño cardíaco agudo o crónico sigue siendo incierta, y existe una falta de guías clínicas y consenso de expertos sobre las restricciones dosis-volumen para estas subestructuras. 

Por lo tanto, la evaluación de la seguridad de las SC tras la radioterapia torácica es crucial. 

Este artículo revisó los avances en la investigación sobre las restricciones de dosis de los SC y su definición.

En síntesis, el campo del daño cardíaco inducido por radiación (RICD por sus siglas en inglés de radiation-induced cardiac damage) está recibiendo cada vez más atención. 

La aplicación de radioterapia avanzada reduce la dosis de radiación cardíaca. 

Sin embargo, persisten desafíos en la distribución desigual de la dosis, la diferente sensibilidad entre las subestructuras cardíacas (SC) y la delimitación de las áreas diana dentro de estas subestructuras. 

Este artículo abarca las subestructuras cardíacas, incluyendo aurículas y ventrículos, arterias coronarias, vasos pulmonares y vena cava superior (VCS), sistema de conducción cardíaca, válvulas cardíacas y base cardíaca. 

Proporcionará una mejor comprensión del RICD, ya que resume, en primer lugar, la limitación de la dosis de las SC, así como el riesgo de toxicidad cardíaca y su impacto en la supervivencia tras una búsqueda exhaustiva.

Discutiendo los hallazgos comentados, los autores precisaron que el avance de la medicina de precisión y la radioterapia moderna mejoran significativamente el resultado de supervivencia para pacientes con tumores torácicos. 

En la mayoría de los casos, los beneficios de la radioterapia superan con creces los posibles eventos adversos cardiovasculares de bajo riesgo después de la radioterapia. 

Sin embargo, debido a la distribución desigual de la dosis en la región cardíaca, la lateralidad del objetivo, la dirección del campo y la variabilidad del paciente, los diversos grados de RICD aún deben tomarse en serio. 

En ciertos casos, dosis más altas a subestructuras cardíacas específicas pueden influir directamente en la función cardíaca. 

Dichos resultados resaltan la naturaleza multifacética de la toxicidad cardíaca, donde es probable que haya múltiples mecanismos en juego. 

Para comprender con mayor precisión el impacto de la radioterapia en diferentes dosis de CS y establecer restricciones de dosis razonables, los esfuerzos futuros deben profundizar en la comprensión de las características radiobiológicas de los CS y centrarse en estudios prospectivos con tamaños de muestra más grandes, protocolos de delineación estandarizados y tecnologías avanzadas de imagen e inteligencia artificial para desarrollar planes de tratamiento más precisos e individualizados y guiar la práctica clínica. 

En particular, cuando la preservación del corazón no es factible debido a la prioridad del control del tumor, se deben llevar a cabo discusiones por parte de un equipo multidisciplinario que involucre a oncólogos radioterapeutas, oncólogos médicos y especialistas cardiovasculares. 

Estas discusiones deben optimizar el curso de la administración, especialmente para aquellos con enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca, arritmia, etc. 

Además, una declaración de consenso de expertos multidisciplinarios de la Sociedad Internacional de Cardio-Oncología sugirió revisar todas las imágenes de TC de tórax disponibles antes del tratamiento de radiación para evaluar CAD y calcificación aórtica.

La Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) ofrece orientación adicional y sugiere que los pacientes que reciben radioterapia de alta dosis al corazón se sometan a un ecocardiograma transtorácico de 6 a 12 meses después de la radioterapia. 

La Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) también publicó guías en 2020, recomendando que los pacientes que se sometieron a radiación mediastínica deberían recibir pruebas de biomarcadores cardíacos e imágenes cardíacas entre 6 y 12 meses después del tratamiento, nuevamente a los 2 años y periódicamente a partir de entonces.

En conclusión, es importante prestar atención a las restricciones de dosis y a la delimitación precisa de las diferentes subestructuras cardíacas para garantizar la seguridad de la planificación de la radioterapia. 

Los esfuerzos futuros deben profundizar en la comprensión de las características radiobiológicas de los CS y centrarse en estudios prospectivos.

* Li X, Wu Y, Wang Q, Li B, Wang J. Radiation-induced cardiac substructure damage and dose constraints: a review. Radiat Oncol. 2025 Jun 5;20(1):94. doi: 10.1186/s13014-025-02668-x. PMID: 40474260; PMCID: PMC12139131.

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