Dos investigadores universitarios chinos realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis de la literatura (en idiomas inglés y chino) con el propósito de evaluar los efectos de la práctica del entrenamiento de fútbol recreativo en pacientes con hipertensión arterial y publicaron sus hallazgos en la edición del 31 de octubre de 2025 de BMC Sports Science, Medicine and Rehabilitation*.
Esta publicación será hoy comentada en la NOTICIA DEL DÍA.
En la introducción al desarrollo del tema, los autores plantearon que la hipertensión, definida operativamente como una elevación persistente de la presión arterial por encima de 140/90 mmHg, sigue siendo el principal factor de riesgo modificable de morbilidad cardiovascular y mortalidad prematura a nivel mundial.
Las estimaciones epidemiológicas sugieren que más de 1300 millones de adultos padecen hipertensión, y la carga de la enfermedad aumenta desproporcionadamente en los países de ingresos bajos y medios debido a la urbanización, las transiciones nutricionales y los estilos de vida sedentarios.
El control subóptimo de la presión arterial se asocia no solo con un mayor riesgo de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y enfermedad renal crónica, sino también con una menor calidad de vida y un mayor gasto sanitario.
Ante estos crecientes costos para la salud pública, las guías internacionales actuales recomiendan la modificación del estilo de vida, incluida la actividad física, como estrategia fundamental no farmacológica tanto para la prevención como para el tratamiento de la hipertensión.
Entre el espectro de intervenciones de ejercicio, el entrenamiento de fútbol recreativo ha surgido como una modalidad multidimensional particularmente prometedora para la promoción de la salud cardiometabólica.
A diferencia de los protocolos aeróbicos convencionales como caminar o andar en bicicleta, el entrenamiento de fútbol integra actividades continuas e intermitentes de alta intensidad, como correr, cortar, gambetear y cambios rápidos de posición, en el contexto de un juego reducido en equipo.
Este complejo estímulo fisiológico actúa simultáneamente sobre los sistemas energéticos aeróbicos y anaeróbicos, promueve la adaptación neuromuscular y a menudo se asocia con una mayor satisfacción y adherencia de los participantes debido a su estructura atractiva e interactiva.
Varias hipótesis mecanicistas respaldan la eficacia única del fútbol: las repetidas ráfagas de actividad de alta intensidad mejoran la función endotelial y la distensibilidad arterial, mientras que las variadas demandas motoras mejoran la fuerza y la coordinación muscular.
Además, los elementos sociales y competitivos inherentes al fútbol fomentan la motivación, la perseverancia y la adherencia al ejercicio a largo plazo, factores vinculados al control sostenido de la presión arterial.
Se ha demostrado que los hombres de alto riesgo participan de manera más eficaz en programas de clubes de fútbol, lo que destaca el potencial motivacional de este deporte como herramienta para la promoción de la salud.
Un creciente número de ensayos controlados aleatorizados (ECA) y revisiones sistemáticas respalda el papel del fútbol en la mejora del perfil de riesgo cardiovascular; sin embargo, persisten importantes incertidumbres respecto a su eficacia para la reducción de la presión arterial en comparación con otras modalidades de ejercicio.
Zhu et al. demostraron que las intervenciones con fútbol produjeron reducciones significativamente mayores tanto en la presión arterial sistólica como en la diastólica en comparación con el yoga o la caminata.
No obstante, su análisis reveló una considerable heterogeneidad entre los ensayos incluidos.
Teixeira et al. enfatizaron aún más la importancia de métodos metaanalíticos rigurosos para tener en cuenta esta heterogeneidad, recomendando análisis de subgrupos y metarregresión para esclarecer las fuentes de variación entre estudios.
Hallazgos complementarios de Li et al. y Deng et al. sugieren que el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) y el ejercicio aeróbico continuo mejoran la función vascular y la regulación autonómica.
Sin embargo, la evidencia disponible sigue siendo limitada debido a un enfoque predominante en variables sustitutas (p. ej., la variabilidad de la frecuencia cardíaca) y a la falta de comparaciones directas con el entrenamiento de fútbol.
Cabe destacar que los metaanálisis de de Barcelos et al. identificaron la edad y la duración de la intervención como factores que modulan significativamente la eficacia del ejercicio aeróbico, lo que subraya la importancia de un diseño de intervención individualizado y adaptado al contexto.
Investigaciones adicionales han examinado la especificidad del impacto del entrenamiento de fútbol, con estudios como Clemente et al., Schrader et al. y Mohr et al. que demostraron grandes tamaños del efecto para la presión arterial y los marcadores metabólicos, pero simultáneamente informaron una alta heterogeneidad estadística (I² > 70%), tamaños de muestra pequeños y muestras restringidas por género, lo que limitó la validez externa.
Por ejemplo, Mohr et al. documentaron beneficios marcados del entrenamiento de fútbol en poblaciones de edad avanzada, pero destacaron la necesidad de una mayor diversidad cultural y étnica en las poblaciones de ensayo.
Krustrup et al. informaron mejoras significativas en la presión arterial entre hombres hipertensos de mediana edad después de una intervención de 24 semanas, pero también señalaron desafíos con la adherencia y la retención de los participantes, problemas comunes en la implementación en el mundo real
La literatura científica sobre el ejercicio respalda consistentemente la reducción de la presión arterial inducida por el ejercicio.
Hao y Luo et al. documentaron reducciones sustanciales de la presión arterial sistólica y diastólica tras ejercicio estructurado, pero no siempre se especificaron ni estandarizaron los tipos de intervención.
Abdel Fattah et al. reportaron mejoras rápidas con la caminata, pero encontraron deficiencias metodológicas que afectaron la fiabilidad.
Pedralli et al. vincularon el entrenamiento aeróbico con una mejor función endotelial, pero observaron una heterogeneidad sustancial entre los estudios y medidas de resultados inconsistentes.
El entrenamiento de fútbol, en cambio, puede ofrecer un mayor estímulo fisiológico y un refuerzo social más fuerte, aunque falta una síntesis metaanalítica sólida.
A pesar de los hallazgos alentadores, varias lagunas de conocimiento limitan la traducción de la evidencia actual en recomendaciones clínicas y políticas.
En primer lugar, la mayoría de los metaanálisis no exploraron adecuadamente las fuentes y el impacto de la heterogeneidad, como las diferencias en la intensidad de la intervención, las características de los participantes (edad, sexo, comorbilidades) o los protocolos del grupo de comparación.
En segundo lugar, los estudios a menudo se centraron en intervenciones a corto plazo con un seguimiento limitado, y pocos estratificaron los resultados por sexo o estado de hipertensión basal.
En tercer lugar, los modelos teóricos que integraron mecanismos fisiológicos, conductuales y sociales se utilizaron poco, lo que dificultó la comprensión de cómo el entrenamiento de fútbol ejercía sus efectos.
Finalmente, la literatura rara vez abordó por qué se debe priorizar el fútbol sobre actividades más accesibles y de menor intensidad, como caminar o montar en bicicleta; este estudio argumentó que la combinación única de demandas fisiológicas y alto potencial de adherencia del fútbol pudo ofrecer beneficios adicionales.
Reiterando lo expresado como resumen conceptual, la hipertensión y los trastornos metabólicos siguen siendo importantes problemas de salud a nivel mundial; sin embargo, los beneficios específicos del entrenamiento de fútbol para adultos con estas afecciones no están completamente caracterizados.
Este estudio tuvo como objetivo evaluar sistemáticamente los efectos del fútbol recreativo en los resultados cardiovasculares, metabólicos y de aptitud física, abordando las actuales lagunas en la evidencia.
A estos efectos, revisaron sistemáticamente ensayos controlados aleatorizados y emparejados publicados en inglés y chino, incluyendo 20 estudios y 1225 participantes adultos.
Los resultados primarios fueron presión arterial, frecuencia cardíaca, composición corporal, consumo máximo de oxígeno (VO₂máx), fuerza muscular y biomarcadores cardiometabólicos.
Se utilizaron modelos de efectos aleatorios para los análisis agrupados, con análisis de subgrupos y de sensibilidad.
Esta revisión sistemática y metaanálisis se registraron en el registro internacional prospectivo de revisiones sistemáticas PROSPERO (CRD420251143230).
Observaron que el entrenamiento de fútbol redujo significativamente la presión arterial sistólica (MD = − 6,67 mmHg, IC del 95%: − 8,95 a − 4,39; p < 0,00001), la frecuencia cardíaca en reposo (SMD = − 2,26, IC del 95%: − 3,71 a − 0,81; p = 0,002) y la presión diastólica tanto en el grupo normotenso (SMD = − 2,44, IC del 95%: − 3,41 a − 1,47) como en el grupo hipertenso (SMD = − 0,92, IC del 95%: − 1,40 a − 0,43).
El VO₂máx mejoró (SMD = 3.96, IC del 95%: 1.62 a 6.31; p = 0.0009), al igual que la fracción de eyección, la relación E/A y la masa del VI.
Se observaron beneficios para el LDL (SMD = −1.64), los triglicéridos (SMD = −3.42), el colesterol total (SMD = −2.44) y el HDL (SMD = 2.91).
La masa grasa corporal disminuyó en los hombres (SMD = −0.74), la fuerza muscular aumentó (SMD = 2.14) y la insulina, la HbA1c y el FGF-21 mejoraron significativamente
Poniendo en consideración los resultados referidos, los autores destacaron que esta revisión sistemática y metaanálisis tuvo como objetivo evaluar los efectos cardiometabólicos, hemodinámicos y neuromusculares del entrenamiento de fútbol recreativo en diversas poblaciones, con especial atención a la heterogeneidad estadística y las respuestas específicas de cada subgrupo.
Los resultados combinados demostraron reducciones significativas en la frecuencia cardíaca en reposo, la capacidad cardiorrespiratoria, la fuerza muscular y la regulación glucémica.
Los análisis de subgrupos revelaron mayores reducciones de la presión arterial en participantes de 46 a 65 años, en quienes entrenaban más de dos veces por semana y en personas con comorbilidades como obesidad, síndrome metabólico o diabetes tipo 2.
A pesar de la alta heterogeneidad, la consistencia de los grandes tamaños del efecto en la mayoría de los tipos de intervención y subpoblaciones confirmó la solidez de la evidencia.
En conjunto, estos hallazgos respaldaron el fútbol recreativo como una intervención viable y socialmente atractiva para la prevención y el manejo no farmacológicos de trastornos cardiovasculares y metabólicos.
El entrenamiento recreativo de fútbol resultó en una mejora clínicamente significativa de la presión arterial, particularmente entre individuos con hipertensión leve, con reducciones medias de −6.67 mmHg en la presión sistólica y −1.20 mmHg en la presión diastólica (ambas p < 0.001).
Estas magnitudes son comparables a, y en algunos casos superan, las reducciones que se logran habitualmente con la monoterapia con antihipertensivos, lo que refuerza el papel del ejercicio como intervención de primera línea.
Cabe destacar que los hallazgos de subgrupos revelaron que las disminuciones más pronunciadas de la PAS se produjeron en participantes de entre 46 y 65 años y en aquellos que realizaban más de dos sesiones por semana, lo que sugiere un gradiente dosis-respuesta en línea con la literatura previa sobre entrenamiento aeróbico.
Por el contrario, los individuos normotensos mostraron elevaciones menores de la PAS, lo que podría indicar una autorregulación fisiológica en lugar de una respuesta adversa, y subraya la necesidad de una programación personalizada
Las reducciones de la frecuencia cardíaca también fueron significativas (SMD = −2,26, p = 0,002), en consonancia con los hallazgos de Mohr et al. y Krustrup et al., quienes documentaron disminuciones de 6 a 8 lpm tras 12 a 16 semanas de entrenamiento.
Estos efectos probablemente reflejan un aumento del tono vagal y del equilibrio autonómico inducido por el estrés cardiovascular intermitente propio de los juegos reducidos.
Dichas adaptaciones son particularmente beneficiosas en poblaciones de edad avanzada o con comorbilidades, donde la mejora de la función autonómica puede reducir el riesgo de eventos cardiovasculares y contribuir a la atenuación de la mortalidad.
Los cambios en la composición corporal tras el entrenamiento de fútbol recreativo fueron heterogéneos entre sexos y dominios de resultados.
Si bien el cambio medio de peso corporal no fue estadísticamente significativo (−0,06 kg, p = 0,83), la masa grasa disminuyó notablemente en los participantes masculinos (DME = −0,74, p = 0,0008), con una reducción general menor, pero aún significativa (DME = −0,48, p = 0,03), lo que probablemente refleja el formato intermitente de alta intensidad de las sesiones, mantenidas por encima del 80 % de la frecuencia cardíaca máxima.
La masa magra aumentó ligeramente en los hombres (DME = −0,38, p = 0,05).
Sin embargo, este efecto no se observó en las mujeres, posiblemente debido a diferencias en la masa muscular basal, los niveles de hormonas anabólicas o la respuesta al entrenamiento.
Estas tendencias específicas por sexo subrayan la necesidad de estratificar los resultados de la composición corporal al evaluar la eficacia del ejercicio.
En cuanto a los resultados glucémicos, el entrenamiento produjo reducciones significativas en la glucosa (SMD = −0,73; p = 0,02), la insulina (SMD = −2,03; p < 0,001) y la hemoglobina glucosilada (HbA1c: SMD = −1,39; p < 0,001), lo que indica una mayor sensibilidad a la insulina y una mejor regulación de la glucosa a largo plazo.
Estos efectos corroboran hallazgos previos de Andersen, TR, Schmidt, JF, Thomassen, M., et al., quienes reportaron aumentos simultáneos del VO₂pico y de la masa grasa en personas con diabetes tipo 2.
Además, el factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF-21), una hepatocina relacionada con el estrés metabólico, disminuyó significativamente (SMD = −2,01; p < 0,001), lo que sugiere mejoras sistémicas más amplias.
Por el contrario, no se detectaron cambios significativos en la endotelina-1 ni en las LDL oxidadas, posiblemente debido a la corta duración de la intervención o a la variabilidad basal.
En conjunto, estos resultados respaldan el entrenamiento de fútbol como una modalidad eficaz para la modulación cardiometabólica, especialmente en grupos con sobrepeso o con riesgo metabólico.
El entrenamiento recreativo de fútbol se asoció con una mejora significativa en la capacidad cardiorrespiratoria, evidenciada por un tamaño del efecto considerable en el VO₂máx (SMD = 3,96; p = 0,008).
Esta magnitud coincide con los incrementos del 10-15 % reportados en ensayos controlados previos tras 12-16 semanas de entrenamiento.
Fisiológicamente, la naturaleza intermitente de alta intensidad del fútbol probablemente estimula adaptaciones centrales y periféricas, incluyendo un mayor volumen sistólico, densidad de enzimas mitocondriales y perfusión capilar.
Estos beneficios pueden acumularse de forma más eficiente que con el entrenamiento aeróbico continuo y resultan especialmente ventajosos para poblaciones con capacidad o tiempo limitados, como los adultos mayores o las personas con enfermedades crónicas.
Paralelamente, los resultados neuromusculares mostraron mejoras sustanciales, con incrementos significativos en el rendimiento del salto con contramovimiento (SMD = 0,85; p < 0,001) y la fuerza muscular isométrica (SMD = 2,36; p = 0,002), replicando los efectos observados en estudios previos con cohortes de mayor edad.
La carga excéntrica, los cambios de dirección rápidos y las frecuentes desaceleraciones inherentes al fútbol reducido probablemente activan las fibras musculares de tipo II, mejorando tanto la fuerza explosiva como la resistencia.
Estas adaptaciones son funcionalmente relevantes para reducir el riesgo de caídas y mantener la movilidad en poblaciones de edad avanzada.
Sin embargo, la heterogeneidad observada (I² > 80%) sugiere variabilidad en la dosis de ejercicio, el nivel de condición física de los participantes y la estandarización de la intervención entre los estudios, lo que justifica la cautela al extrapolar los resultados de fuerza a poblaciones más amplias.
El entrenamiento de fútbol indujo mejoras notables en la morfología y función cardíacas, reflejadas en aumentos significativos de la fracción de eyección (SMD = 2,41; p = 0,002) y del cociente E/A (SMD = 2,88; p < 0,00001).
Estos resultados concuerdan con estudios previos, lo que respalda la capacidad del entrenamiento regular de fútbol para generar una remodelación miocárdica favorable en todos los grupos de edad y sexo.
Desde un punto de vista mecanístico, la elevación repetida de la precarga y la poscarga cardíacas durante el juego probablemente estimula la hipertrofia miocárdica y la mejora de la función diastólica, lo que conlleva un aumento del volumen sistólico y la contractilidad.
A pesar de la alta heterogeneidad observada, estas adaptaciones estructurales sugieren que el fútbol ofrece beneficios cardioprotectores comparables a los de las modalidades de entrenamiento de resistencia.
Las mejoras pulmonares fueron más selectivas: la ventilación voluntaria máxima (VVM) mejoró significativamente (DME = 1,31; p < 0,0001), mientras que los marcadores estáticos de la función pulmonar, como el VEF₁ y la CVF, permanecieron sin cambios.
Este patrón coincide con los hallazgos de intervenciones previas, lo que sugiere una mayor resistencia de los músculos respiratorios y una mejor distensibilidad torácica, más que cambios en el volumen pulmonar.
Estas adaptaciones podrían favorecer una mayor capacidad de esfuerzo, especialmente en adultos mayores o sedentarios con una reserva basal limitada.
Los biomarcadores inflamatorios y endoteliales mostraron resultados mixtos.
La ICAM-1 disminuyó significativamente (DME = 0,76; p = 0,02), lo que indica una mejor salud endotelial, mientras que la PCR se mantuvo estadísticamente sin cambios (DME = 0,47; p = 0,13).
Esta divergencia podría deberse a la corta duración de las intervenciones, la baja carga inflamatoria basal o la variabilidad metabólica interindividual.
No obstante, la mejora endotelial observada respalda mecanismos que implican una mayor biodisponibilidad de óxido nítrico y una mayor distensibilidad vascular, lo que refuerza la plausibilidad de las reducciones de presión arterial observadas.
Los análisis de subgrupos revelaron que las mejoras en la presión arterial y la función cardiorrespiratoria variaron considerablemente según el formato de intervención, la duración y las características de los participantes.
Se observaron mayores reducciones de la presión sistólica con duraciones de entrenamiento superiores a 12 semanas (DME = −2,03; I² = 83 %) y una mayor frecuencia de sesiones (> 2 sesiones/semana; DME = −2,21), lo que sugiere un beneficio dosis-dependiente vinculado a la carga cardiovascular sostenida y a los ciclos de adaptación autonómica.
Mohr et al. informaron hallazgos similares, quienes, mediante un ensayo aleatorizado de 16 semanas, demostraron mayores mejoras en la PAS y el VO₂máx en intervenciones más prolongadas en hombres hipertensos.
Los formatos con pocos participantes (≤ 5 contra 5) también arrojaron efectos robustos (DME = −2,11), en consonancia con los perfiles fisiológicos descritos por Randers et al., quienes observaron una frecuencia cardíaca > 85 % de la FCmáx durante > 60 % del tiempo de partido en juegos 4 contra 4, lo que promovió la sobrecarga cardiovascular.
Los análisis estratificados por edad identificaron al grupo de 46 a 65 años como el que mostró la mayor respuesta de presión arterial (DME = −2,12), en consonancia con los hallazgos de Krustrup et al., quienes observaron beneficios en el VO₂ máximo y la PA en hombres de mediana edad no entrenados.
Los hombres mostraron mayores reducciones que las cohortes mixtas, posiblemente debido a un mayor riesgo basal o a una respuesta cardiovascular específica del sexo, como lo respaldan Milanović et al., quienes informaron una mayor pérdida de grasa y ganancias aeróbicas en cohortes masculinas.
Los participantes con comorbilidades experimentaron mejoras más significativas (DME = −2,11 frente a −1,37), en consonancia con estudios como los de Andersen, TR, Schmidt, JF, Nielsen, JJ, et al., que encontró respuestas amplificadas de VO₂pico y glucémicas en hombres diabéticos.
Estos patrones específicos de subgrupos sugieren que la heterogeneidad refleja diferencias biológicas y contextuales significativas en lugar de inconsistencia, lo que afirma la generalización y la utilidad clínica del fútbol recreativo en diferentes poblaciones.
Los beneficios observados del fútbol recreativo se alinean con los marcos fisiológicos establecidos y refuerzan su potencial traslacional como modalidad de ejercicio multicomponente.
La reducción de la presión arterial y la mejora de la función autonómica respaldan la aplicación de la teoría del reajuste del barorreflejo, según la cual la repetición de sesiones de intensidad moderada a alta recalibra los mecanismos de control cardiovascular, potenciando el tono parasimpático y reduciendo la actividad simpática.
Este mecanismo es particularmente relevante en poblaciones hipertensas o de edad avanzada con regulación autonómica alterada.
Simultáneamente, los aumentos significativos en el VO₂máx, la ventilación voluntaria máxima (VVM) y los parámetros de gasto cardíaco (fracción de eyección y relación E/A) reflejan adaptaciones consistentes con el modelo de entrenamiento cardiovascular central, en el que el volumen sistólico, la masa ventricular izquierda y el llenado diastólico mejoran con la carga progresiva de resistencia.
Las ganancias neuromusculares observadas, especialmente en el salto con contramovimiento (CMJ) y la fuerza isométrica, se explican mejor mediante el modelo de sobrecarga neuromuscular y adaptación funcional, en el que los movimientos excéntricos y multidireccionales estimulan el reclutamiento muscular y la estabilización articular más allá de lo que se logra en las modalidades aeróbicas lineales.
Clínicamente, estas adaptaciones combinadas sugieren que las intervenciones basadas en el fútbol ofrecen no solo acondicionamiento aeróbico, sino también beneficios de fuerza y movilidad funcional, cumpliendo simultáneamente múltiples objetivos de rehabilitación y salud pública.
En comparación con los programas aeróbicos tradicionales, estructurados o basados en gimnasios, los elementos sociales, competitivos y lúdicos del fútbol pueden mejorar la adherencia a largo plazo, abordando una barrera común en las intervenciones de estilo de vida.
Estos hallazgos respaldan la inclusión del fútbol recreativo en las prescripciones de ejercicio para la hipertensión, el síndrome metabólico y el deterioro funcional relacionado con la edad, particularmente en entornos con recursos limitados donde la infraestructura para el entrenamiento supervisado es escasa, pero el juego informal es accesible.
Una limitación clave de este metaanálisis fue la escasa representación de participantes femeninas, lo que restringió las inferencias específicas por sexo con respecto a la adaptación fisiológica y la respuesta al entrenamiento.
Además, muy pocos estudios incorporaron medidas objetivas de fidelidad, como la telemetría de la frecuencia cardíaca o los registros de asistencia, para verificar la intensidad y el cumplimiento del entrenamiento, lo que limitó la interpretación mecanicista.
Las investigaciones futuras deberían priorizar el reclutamiento equilibrado por sexo, incorporar el monitoreo de fidelidad mediante tecnologías portátiles y evaluar los efectos longitudinales más allá del período de intervención para evaluar la sostenibilidad.
También se justifican ensayos que comparen el entrenamiento de fútbol con intervenciones farmacológicas o de estilo de vida utilizando diseños comparativos directos para orientar las estrategias de atención integrada para la reducción del riesgo cardiometabólico.
En conclusión, este metaanálisis proporciona evidencia sólida de que el entrenamiento de fútbol recreativo ofrece una intervención integral y multimodal con importantes beneficios cardiovasculares, metabólicos y neuromusculares.
Más allá de la mejora fisiológica, la naturaleza inherentemente social, atractiva y adaptable del fútbol mejora la motivación de los participantes y los factores de adherencia a largo plazo que a menudo faltan en las prescripciones de ejercicio tradicionales.
Su capacidad para adaptarse a diversos grupos de edad y perfiles de comorbilidad posiciona al fútbol como una herramienta valiosa en la atención preventiva y rehabilitadora, particularmente en entornos comunitarios y de atención primaria.
Además, su alineación con los objetivos globales de promoción de la actividad física apoya su integración en las políticas de salud pública dirigidas a enfermedades no transmisibles.
Los futuros ensayos clínicos deberían explorar modelos de implementación que garanticen la accesibilidad, monitoreen la seguridad en personas de alto riesgo y examinen cómo las variaciones del entrenamiento afectan los resultados en diferentes estratos demográficos.
El fútbol debería considerarse no solo como un deporte, sino como una intervención de salud estructurada capaz de abordar desafíos de salud globales apremiantes.
* Wangyang L, Fangfang J. Effects of football training on patients with hypertension: a systematic review and meta-analysis. BMC Sports Sci Med Rehabil. 2025 Oct 31;17(1):314. doi: 10.1186/s13102-025-01361-6. PMID: 41174782; PMCID: PMC12577365.