La escritura de un nuevo Editorial que verá a la luz el 1º de julio permite realizar una mirada simultáneamente, o mejor, consecutivamente prospectiva y retrospectiva.
La escritura de un nuevo Editorial que verá a la luz el 1º de julio permite realizar una mirada simultáneamente, o mejor, consecutivamente prospectiva y retrospectiva.
Prospectivamente elevando la mirada hacia agosto, hacia la iniciación del Primer Simposio Virtual de Hipertensión Arterial de la SAHA, que a un mes del lanzamiento ya cuenta con superados 800 inscriptos que abarcan diversas profesiones y diversas nacionalidades que cubren el mapa de toda América Latina y que prometen un vivaz intercambio de opiniones en el Foro de Discusión.
Temas diversos como la estratificación de daño de órgano blanco, conducta ante el hallazgo de HTA en el preoperatorio, control de la TA en cardiopatías y nefropatías, hipertensión en niños, adolescentes y ancianos, velocidad de la onda de pulso, emergencias hipertensivas, y muchos otros ya han sido propuestos como temas para el abordaje de los expertos.
Asimismo, la modalidad de desarrollo a través de videos coloquiales en los que dos expertos abordan una temática ya ha demostrado ser un instrumento eficaz que concita gran interés, tal vez aún mayor que la conferencia académica tradicional de los eventos presenciales.
La mirada prospectiva permite avizorar que agosto y septiembre serán meses de actividad plena motorizada por el Simposio de HTA.
Retrospectivamente se levanta imponente junio, que para el Editor significó confrontar con una mezcla de Arte, Historia, Opulencia, esplendor de su viaje a Europa, que además como condimento supo agregar deseados encuentros con el Maestro Antoni Bayés de Luna en Barcelona y con Javier García Niebla en Tenerife.
Fue la forma que adquirió para el Editor el Encuentro entre lo que Europa significa para la Cultura y el significado más restringido que tienen CARDIOLATINA y el FIAI representado por aquellas queridos miembros y destacados científicos en el ámbito de la Cardiología.
Podrían necesitarse más de 12 meses de un año y más de 12 Editoriales para reseñar los sentimientos que despierta poder casi tocar con las manos las paredes del Coliseo Romano, o la Catedral de Florencia o la de Notre Dame o deslumbrarse recorriendo las galerías interminables del Museo de Louvre o presenciar un espectáculo de Flamenco luego de recorrer la Gran Vía madrileña o sentir una extraña rebeldía atemporal imaginando los compases de la Marsellesa frente a las obsenidades teñidas de oro y de sangre de Versalles y la corte de Luis XIV.
O la personal emoción frente a la puerta de Rue de Lille 5, en París, que fuera la casa y oficina de Jacques Lacan, expresión quizás más acabada de la intelectualidad francesa del Siglo XX.
O la desbordante emoción de hallarse frente a La Sagrada Familia o viendo navegar una góndola en un estrecho canal veneciano, obligada visión en el derrotero que lleva a la Plaza de San Marcos.
O sentir la pequeñez humana contemplando el hoy silencioso Tiede en Tenerife, que otrora rugiera escupiendo lava y fuego por sus laderas.
Todas estas imágenes y este conjunto se aúnan en la Torre inclinada de Pisa que es la metáfora casi viviente de Galileo, síntesis perfecta quizás entre la Ciencia y el Arte entre las prospecciones y retrospecciones que propone una fecha bisagra cuál es el 1º de julio.
Y en este navegar entre el tiempo y las imágenes y recuerdos aparece con toda su fuerza la muerte de un amigo, notable cardiólogo y erudito del séptimo Arte, como lo denominó Riccioto Canudo en 1911 y que eligió el camino que transitara Alfonsina Storni.