Febrero: Fue llamado así en honor a las februa en las Lupercales, el festival de la purificación en la Antigua Roma:sabinos celebran la fiesta anual de purificación que llamaban februa (defebruum, una especie de correa), en una fecha que hoy se identifica como el 15 de febrero. Tras la fundación de Roma y el posterior surgimiento del Imperio Romano, la urbe dominante tomó prestado el nombre de las fiestas ‘februas’ para designar el mes en que estas tenían lugar, que por entonces era el último del año
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No tendrá este Editorial que abre en CARDIOLATINA el mes de febrero, la intención de evocar el día 15 para celebrar las lupercales, las fiestas paganas en las que la gente corría desnuda y borracha mientras se azotaban unos a otros y tenían sexo desenfrenado en cualquier rincón.
Curiosamente, las lupercales, al igual que la fiesta cristiana de la Candelaria que se creó para remplazarla, era una fiesta de purificación por excelencia.
Será el propósito muy lejano a este espíritu lúdico tan especial.
Tampoco, aunque más meritorio resultaría evocar el 14 para recordar el Día de los Enamorados, ni el explícitamente neutro día 20, el Día de la pipa o el 36, el del pistacho.
Diremos que por lo menos en Argentina, en febrero se inicia la vacunación masiva contra la COVID 19, que innumerables estragos ya ha hecho a escasla universal.
Preferimos cantar con María Elena Walsh
Había una vez un bru
un brujito que en Gulubú
A toda la población
embrujaba sin ton ni son
Pero un día llegó el doctorrrrr
manejando un cuatrimotorrrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿Y saben lo que pasó?
¡Nooooooo!
Todas las brujerías del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacuna luna luna lu
……….
U homenajear a Andrés Bello que escribe en 1804 una Oda a la vacuna como acción de gracias al rey Carlos IV quien decidió financiar de manera gratuita la campaña de vacunación para todas sus colonias a raíz del descubrimiento de la vacuna antivariólica por Edward Jenner.
Murieron entre 2 a 3.5 millones de indígenas según los historiadores. Muchos aztecas sucumbieron a la viruela llegada con los europeos, como el tlatoani Cuitláhuac, vencedor de Hernán Cortés. Esto aconteció en 1520 y fue el español Francisco de Eguía quién trajo la peste a estas tierras americanas.
Sin embargo fue en 1348, cuando una enfermedad terrible y desconocida se propagó por Europa, y en pocos años sembró la muerte y la destrucción por todo el continente: la peste negra.
Por ello, por estos recuerdos que guarda la Humanidad, rendimos culto al doctor que doblegó a todas las brujerías del brujito de Gulubú.