13.10.2024

Asociación del ruido ambiental con enfermedades cardiovasculares

Un artículo de revisión de autores de Pakistan, India, Ucrania y Afganistán publicado en la edición de mayo de 2024 de Clinical Cardiology, abordó la problemática de la asociación del ruido ambiental con la patología cardiovascular*.

Tal será el tema del que se ocupará la NOTICIA DEL DÍA de hoy.

Este artículo exhaustivo analizó el complejo y multifacético problema de la contaminación acústica, arrojando luz sobre sus diversas fuentes, sus profundas implicaciones para la salud y la carga económica que impone a las sociedades. 

Para entrar en tema, los autores comenzaron indicando que la contaminación acústica es un problema medioambiental cada vez más frecuente que afecta a millones de personas en todo el mundo, a menudo sin que sean plenamente conscientes de sus efectos adversos. 

Basándose en una gran cantidad de investigaciones científicas, el artículo subrayó los vínculos bien establecidos entre la contaminación acústica y un espectro de problemas de salud, incluidas las enfermedades cardiovasculares, los trastornos del sueño y el estrés psicológico. 

Al tiempo que exploró las fuentes y las consecuencias de la contaminación acústica, el artículo destacó la necesidad urgente de un enfoque holístico y colaborativo para mitigar su impacto. 

Esta conducta implicaría una combinación de medidas reglamentarias, innovaciones tecnológicas, estrategias de planificación urbana y campañas de educación pública. 

Asimismo, los autores destacaron que es cada vez más evidente que los efectos perjudiciales de la contaminación acústica se extienden más allá de la salud física, abarcando el bienestar mental y social. 

El artículo también abordó la relación sinérgica entre la contaminación acústica y otros factores de estrés ambiental, haciendo hincapié en la importancia de considerar el ruido junto con factores como la contaminación del aire y el acceso a los espacios verdes. 

Examinó el potencial de los espacios verdes para mitigar los efectos de la contaminación acústica y mejorar la salud general.

Repasando los conceptos planteados, vale destacar que la contaminación del aire es un estresor ambiental bien estudiado con efectos adversos conocidos para la salud, particularmente en enfermedades cardiovasculares (ECV). 

Estos efectos incluyeron afecciones como infarto agudo de miocardio (IM), insuficiencia cardíaca, arritmia, hipertensión y accidente cerebrovascular. 

Las partículas con un diámetro de 2,5 μm (PM2,5) se han relacionado con aproximadamente 8,8 millones de muertes anuales en todo el mundo, siendo las ECV, incluida la cardiopatía isquémica (40%) y el accidente cerebrovascular (8%), las principales contribuyentes a esta mortalidad. 

Curiosamente, mientras que el impacto de la contaminación del aire en la salud es ampliamente investigado, el ruido ambiental, otro estresor urbano común, recibe relativamente menos atención en los estudios científicos. 

Esto ocurre a pesar de la frecuente coexistencia de contaminación del aire y ruido en las zonas urbanas.

En Europa, por ejemplo, una parte importante de la población está expuesta a altos niveles de ruido del tráfico urbano, y se espera que esta cifra aumente debido al crecimiento urbano y a las mayores demandas de movilidad. 

Un indicador clave de la exposición al ruido es el Lden (por sus siglas en inglés de Noise Level During the Day, Evening and Night), que da cuenta de los niveles de ruido durante todo un día, con penalizaciones por los niveles de ruido nocturnos y vespertinos. 

Millones de personas en Europa están expuestas a altos niveles de ruido de tráfico, ferrocarril y aviones, y las proyecciones indican un aumento de la exposición. 

Hay una proyección clara de que el número de personas expuestas (p. ej., al ruido de la carretera >55 dB[A]) aumentará en un 7,8% y al ruido ferroviario en un 11,8% dentro de las áreas urbanas y en un 16,4% y un 8,7%, respectivamente, fuera de las áreas urbanas hasta el año 2030. 

En contraste, el número de personas expuestas al ruido industrial se reducirá sorprendentemente en casi un 40% dentro de las áreas urbanas, mientras que el número de personas expuestas al ruido de los aviones dentro o fuera de las áreas metropolitanas permanecerá sin cambios. 

Las molestias debidas al ruido y la alteración del sueño causada por el ruido también son problemas frecuentes, y la alteración grave del sueño es un factor de riesgo significativo para futuros eventos cardiovasculares. 

Se estima que el ruido ambiental de diversas fuentes contribuye anualmente a miles de nuevos casos de cardiopatía isquémica y muertes prematuras. 

Así, se aprecia que la exposición al ruido ambiental del tráfico rodado, los ferrocarriles, los aviones y la industria contribuye cada año a aproximadamente 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica y 12.000 muertes prematuras. 

A pesar de este importante impacto en la salud, las guías para la prevención de la ECV de organizaciones como la Asociación Estadounidense del Corazón/Colegio Estadounidense de Cardiología, las publicaciones de Carga Global de Enfermedades y la Sociedad Europea de Cardiología abordan inadecuadamente el ruido del transporte como factor de riesgo. 

En esta revisión, el enfoque se centró en los efectos indirectos sobre la salud cardiovascular del ruido del transporte, más allá de su impacto auditivo. 

La discusión cubrió la epidemiología de la ECV relacionada con el ruido y la fisiopatología de cómo éste afecta la función vascular y cerebral, incluido su impacto en la función endotelial, la inflamación, el estrés oxidativo y la enfermedad metabólica. 

La revisión también exploró la interacción entre los factores de riesgo cardiovascular tradicionales como la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia y el tabaquismo, y el factor de riesgo emergente del ruido ambiental. 

Es importante destacar que se mostró que el ruido comparte muchas vías de señalización con estos factores de riesgo clásicos. 

Además, la revisión profundizó en el potencial de medidas de mitigación efectivas para reducir los efectos secundarios cardiovasculares de la exposición al ruido. 

En general, subrayó la necesidad de un mayor reconocimiento e inclusión del ruido del transporte como un factor de riesgo significativo en las guías de prevención de las ECV y en los esfuerzos de investigación.

De esta manera, este artículo exhaustivo analizó el complejo y multifacético problema de la contaminación acústica, arrojando luz sobre sus diversas fuentes, sus profundas implicancias para la salud y la carga económica que impone a las sociedades. 

La contaminación acústica es un problema medioambiental cada vez más frecuente que afecta a millones de personas en todo el mundo, a menudo sin que sean plenamente conscientes de sus efectos adversos. 

Basándose en una gran cantidad de investigaciones científicas, el artículo subrayó los vínculos bien establecidos entre la contaminación acústica y un espectro de problemas de salud, incluidas las enfermedades cardiovasculares, los trastornos del sueño y el estrés psicológico. 

Al tiempo que exploró las fuentes y las consecuencias de la contaminación acústica, el artículo destacó la necesidad urgente de un enfoque holístico y colaborativo para mitigar su impacto. 

Esto implicó una combinación de medidas regulatorias, innovaciones tecnológicas, estrategias de planificación urbana y campañas de educación pública. 

Es cada vez más evidente que los efectos perjudiciales de la contaminación acústica se extienden más allá de la salud física, abarcando el bienestar mental y social. 

El artículo también abordó la relación sinérgica entre la contaminación acústica y otros factores de estrés ambiental, haciendo hincapié en la importancia de considerar el ruido junto con factores como la contaminación del aire y el acceso a los espacios verdes. 

Asimismo, examinó el potencial de los espacios verdes para mitigar los efectos de la contaminación acústica y mejorar la salud general.

El informe de la OMS de 2018 y las guías sobre el ruido para la región europea, que incluyeron estudios publicados hasta finales de 2014, identificaron una asociación significativa entre la exposición al ruido de carreteras, aviones y ferrocarriles y la cardiopatía isquémica. 

Sin embargo, la calidad y la solidez de la evidencia que respaldó estas asociaciones se calificaron generalmente como bajas o muy bajas. 

Esta evaluación se debió principalmente a las limitaciones de los métodos de evaluación de la exposición al ruido utilizados en estos estudios. 

Muchos más antiguos se basaron en métodos menos precisos, como los códigos postales, para estimar los niveles de exposición al ruido, que a menudo proporcionaron solo una aproximación del ruido en el centro de un área en lugar de los niveles de ruido reales experimentados en direcciones específicas. 

Además, algunos estudios utilizaron mapas de ruido sin información detallada sobre sus niveles reales, lo que potencialmente llevó a subestimar los efectos sobre la salud asociados con la contaminación acústica, en particular en áreas urbanas con ruido de tráfico vial de pequeña escala y distribución heterogénea. 

También es esencial considerar factores como si las personas duermen con las ventanas abiertas o cerradas al estudiar la asociación entre el ruido y la salud. 

Entre los ruidos examinados, el ruido del tráfico rodado mostró la asociación más significativa con la incidencia de la enfermedad cardíaca isquémica. 

Específicamente, el riesgo aumentó un 8% (razón relativa: 1,08; IC del 95%: 1,01-1,15) por cada aumento de 10 dB(A) en el nivel de ruido (Lden). 

La calidad de la evidencia de los estudios longitudinales que evaluaron esta asociación se calificó como alta. 

Desde entonces, varios estudios han informado asociaciones significativas entre la exposición al ruido de las aeronaves y la ECV, incluida la mortalidad aguda. 

Por ejemplo, un estudio en Zurich, Suiza, encontró que las muertes nocturnas por ECV estaban significativamente asociadas con los niveles de exposición al ruido en las 2 h anteriores a la muerte, especialmente para las mujeres y las personas que viven en áreas con bajo ruido de fondo de carreteras y ferrocarriles.

El estudio sugirió que el ruido nocturno de las aeronaves podría desencadenar la mortalidad cardiovascular aguda, con una fracción atribuible a la población estimada en un 3%. 

En otro estudio de Vienneau et al. se han descrito asociaciones entre el ruido del tráfico rodado, ferroviario y de los aviones y la mortalidad por ECV.

Los cocientes de riesgo fueron 1,029 (IC del 95 %: 1,024-1,034), 1,013 (IC del 95 %: 1,010-1,017) y 1,003 (IC del 95 %: 0,996-1,010) por 10 dB(A) Lden, respectivamente. 

Estas asociaciones también fueron significativas para la mortalidad por infarto de miocardio y otros resultados cardiovasculares, como problemas relacionados con la presión arterial, cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular. 

Es importante destacar que las asociaciones fueron a menudo lineales y, a veces, se observaron a niveles de ruido que comenzaban por debajo de los 40 dB(A) Lden para el tráfico rodado y el ruido ferroviario. 

Además, el estudio sobre la contaminación del aire y las enfermedades pulmonares y cardíacas en adultos identificó efectos epigenéticos asociados con el ruido del transporte y la exposición a la contaminación del aire. 

Específicamente, se observaron cambios en la metilación del ADN, con enriquecimientos distintos y compartidos para las vías relacionadas con la inflamación, el desarrollo celular y las respuestas inmunes.

Las guías de la OMS sobre contaminación acústica no evaluaron específicamente el impacto del ruido en la insuficiencia cardíaca y la fibrilación auricular, que son resultados cardiovasculares importantes. 

Sin embargo, varios estudios han explorado los efectos del ruido del transporte en el riesgo de estas dos situaciones.

Con respecto a la insuficiencia cardíaca, los investigadores han realizado cinco estudios longitudinales, incluidos dos estudios de cohortes clásicos y tres estudios de base poblacional realizados en Londres, Suiza y la región del Rin-Meno.

Estos estudios demostraron de manera consistente una asociación entre la exposición al ruido del tráfico rodado, ferroviario y de los aviones y la incidencia y mortalidad relacionadas con la insuficiencia cardíaca. 

El aumento observado en el riesgo varió del 2% al 8% por cada 10 dB(A) de incremento en los niveles de ruido. 

En contraste, la investigación sobre la relación entre el ruido y la fibrilación auricular fue relativamente limitada, y solo hubo unos pocos estudios que examinaron esta asociación. 

Algunos de estos ensayos sugirieron una asociación positiva entre la exposición al ruido y la fibrilación auricular, lo que indicó que la contaminación acústica podría ser un factor que contribuyó a esta afección cardiovascular de alta prevalencia. 

Sin embargo, cabe señalar que otros estudios informaron resultados nulos, lo que significa que no encontraron una asociación significativa. 

Esta variabilidad en los hallazgos subrayó la necesidad de más investigaciones para comprender mejor el vínculo potencial entre la contaminación acústica y la fibrilación auricular.

Por otro lado, el panel de expertos de la OMS evaluó como moderada la calidad de la evidencia con respecto a la asociación entre la contaminación acústica y el accidente cerebrovascular.

Esta evaluación se basó en una revisión de cinco estudios prospectivos: un estudio se centró en la incidencia de accidente cerebrovascular y encontró un mayor riesgo asociado con el ruido del tráfico vial, mientras que los otros cuatro estudios examinaron la mortalidad cerebrovascular pero no encontraron una asociación significativa. 

Desde esa evaluación, se han realizado cuatro estudios adicionales que investigaron la relación entre el ruido del transporte y la incidencia del accidente cerebrovascular. 

Dos de estos estudios implicaron una extensa investigación basada en la población que abarcó ciudades o regiones enteras (Londres y Frankfurt) y descubrieron que la exposición al ruido del tráfico rodado estaba relacionada con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular. 

Sin embargo, estudios de cohorte clásicos más pequeños de Suecia, Noruega y el Reino Unido, que incluyeron menos casos (de 900 a 1900) pero emplearon una estrategia de ajuste más integral, no observaron una asociación significativa entre la exposición al ruido y el riesgo de accidente cerebrovascular. 

Además, dos grandes estudios basados ​​en la población realizados en Londres y Suiza sugirieron que el ruido del tráfico rodado y potencialmente el ruido de los aviones podrían estar asociados.

La función endotelial sirvió como un biomarcador valioso para la aterosclerosis subclínica y generalmente se evaluó en individuos con factores de riesgo cardiovascular como presión arterial alta, diabetes, niveles elevados de colesterol y tabaquismo crónico, todos los cuales contribuyen al estrés oxidativo. 

El aumento de los niveles de la hormona del estrés (cortisol), que puede ser desencadenado por factores como la contaminación acústica, a menudo se acompaña de la producción de especies reactivas de oxígeno vasculares (ROS), lo que indica estrés oxidativo y una mayor inflamación marcada por mayores niveles de células inflamatorias como macrófagos y citocinas como la interleucina-6. 

El estrés oxidativo elevado generalmente conduce a la disfunción endotelial debido al aumento de la degradación del óxido nítrico (NO), una molécula de señalización crucial para el endotelio. 

El NO reacciona con el superóxido, ROS, para producir el peroxinitrito altamente reactivo, que puede inhibir la actividad de enzimas vasodilatadoras esenciales como la prostaciclina sintasa y la guanilil ciclasa, lo que afecta la vasodilatación. 

Además, el peroxinitrito puede obstaculizar directamente la actividad de la sintetasa de NO endotelial (eNOS) al oxidar su cofactor tetrahidrobiopterina, lo que hace que la eNOS pase de producir NO a producir disfunción endotelial. 

La disfunción endotelial en las arterias periféricas a menudo se correlaciona con la disfunción en las arterias coronarias, lo que enfatiza su papel como predictor sistémico de la ECV. 

Los procesos que conducen a la disfunción endotelial son complejos e involucran varios mecanismos, incluido el estrés oxidativo y la inflamación. 

Para investigar si el ruido del transporte podría inducir disfunción endotelial, se realizaron estudios sobre los efectos de la exposición nocturna al ruido de los aviones en voluntarios sanos. 

Durante las noches de exposición al ruido, se reprodujo el ruido de los aviones grabado a los sujetos. 

Estos estudios revelaron que la exposición nocturna al ruido de los aviones provocó una reducción de la calidad del sueño, un aumento de los niveles de cortisol, disfunción endotelial y una disminución del tiempo de tránsito del pulso (lo que indica la activación del sistema nervioso simpático) en individuos sanos. 

En sujetos con enfermedad coronaria establecida, los efectos adversos del ruido nocturno de los aviones sobre la disfunción endotelial fueron aún más pronunciados. 

Se observó una disfunción endotelial similar en respuesta al ruido nocturno de los trenes. 

Es importante destacar que estas disfunciones endoteliales inducidas por el ruido mejoraron cuando se administró vitamina C antioxidante, lo que sugirió que el estrés oxidativo jugó un papel significativo en estos efectos. 

Vale la pena señalar que los estudios mecanicistas sobre los efectos del ruido sobre la función vascular han sido relativamente raros y, en algunos casos, se ha utilizado el ruido blanco como fuente de ruido a altos niveles de decibelios, alrededor de 100 dB(A), que es considerablemente más fuerte que el ruido ambiental típico. 

Los estudios con animales expuestos al ruido blanco a niveles tan altos mostraron una vasodilatación dependiente del endotelio deteriorada, una mayor sensibilidad a los vasoconstrictores e hipertensión.

Estos hallazgos son cualitativamente similares a los estudios que utilizan el ruido de los aviones, pero es importante destacar que el ruido blanco no es representativo del ruido ambiental típico e incluso puede mejorar el sueño en personas que se enfrentan a altos niveles de contaminación acústica. 

Para investigar el impacto de la frecuencia de eventos de ruido en la función vascular y miocárdica, un ensayo aleatorizado prospectivo involucró a 70 personas con ECV establecida o riesgo cardiovascular aumentado. 

En este estudio, se examinaron dos escenarios diferentes de ruido de aeronaves (60 eventos de ruido [Noise60] y 120 eventos de ruido [Noise120]) y un escenario de control durante tres noches de estudio. 

Los escenarios de ruido presentaron Noise60 o Noise120 en una noche, ambos con niveles de ruido equivalentes comparables (Leq), con un promedio de alrededor de 45 dB(A). 

En contraste, la noche de control tuvo un nivel de ruido medio de 37 dB(A). 

Los hallazgos revelaron que durante la noche de control, los participantes tuvieron una dilatación mediada por flujo (FMD) de 10,02 ± 3,75 %, lo que indica una función vascular relativamente saludable. 

Sin embargo, después de la exposición a ambos escenarios de ruido, la FMD disminuyó, midiendo 7,27 ± 3,21 % para Noise60 y 7,21 ± 3,58 % para Noise120. 

Esto indicó un deterioro significativo de la función vascular en respuesta al ruido de las aeronaves, con Leq similar pero diferentes números de eventos de ruido. 

Además, el estudio evaluó la calidad del sueño y encontró que se vio comprometida después de la exposición al ruido en ambos escenarios. 

La investigación también incluyó evaluaciones ecocardiográficas seriadas, que mostraron un aumento en la relación de la velocidad máxima de las ondas E y E’ (relación E/E’), un indicador de la función diastólica. 

Durante el control E/Eht, la relación E/E′ fue de 6,83 ± 2,26, mientras que aumentó a 7,21 ± 2,33 para Noise60 y 7,83 ± 3,07 para Noise120 en las tres noches de exposición. 

Esto sugirió que la exposición nocturna al ruido de los aviones tuvo efectos adversos sobre la función miocárdica, específicamente la disfunción diastólica, que pareció ser más pronunciada con un mayor número de eventos de ruido.

Estudios comparativos que evaluaron la carga de enfermedad han revelado algunos datos alarmantes sobre los efectos adversos para la salud de los factores ambientales. 

La contaminación del aire se destaca como la principal causa ambiental de años de vida ajustados por discapacidad perdidos (AVAD). 

Sin embargo, el ruido ambiental se clasifica como el segundo mayor contribuyente a los AVAD en Europa, superando el impacto de ciertos contaminantes bien conocidos como el plomo, el ozono y las dioxinas. 

Es esencial señalar que la contaminación del aire y el ruido a menudo comparten fuentes comunes, como la industria pesada, las aeronaves, los ferrocarriles y los vehículos de carretera. 

En consecuencia, las personas a menudo se enfrentan a una coexposición tanto a la contaminación del aire como al ruido, lo que agrava sus riesgos para la salud. 

Las estimaciones de las investigaciones indican que el costo social del ruido y la contaminación del aire, que incluye el exceso de muertes y enfermedades, podría alcanzar casi un billón de euros en la Unión Europea. 

Para poner esto en perspectiva, el costo social del alcohol en la UE se estima en 50-120 mil millones de euros, y los costos relacionados con el tabaquismo se estiman en la asombrosa cifra de 544 mil millones de euros. 

Algunos estudios han reconocido la interacción entre la contaminación del aire y el ruido, haciendo ajustes para estos factores en sus análisis. 

Por ejemplo, en el Estudio Europeo de Cohortes para los Efectos de la Contaminación del Aire, los investigadores encontraron una asociación positiva entre la hipertensión auto-reportada y la materia particulada con un diámetro de 2,5 μm.

Curiosamente, cuando ajustaron el ruido de la carretera, la estimación de esta asociación disminuyó. 

De manera similar, el Estudio de Salud Nord-Trøndelag estableció un vínculo significativo entre la exposición a largo plazo al ruido del tráfico vial y la contaminación del aire ambiental con los parámetros bioquímicos de la ECV. 

En una investigación reciente, los científicos han examinado los posibles efectos sinérgicos de la materia particulada y la exposición al ruido.

Realizaron experimentos con ratones expuestos a materia particulada ambiental y ruido durante 3 días, específicamente eventos de aterrizaje y despegue de aviones. 

Los resultados fueron preocupantes, ya que ambos factores estresantes llevaron independientemente a disfunción endotelial, aumento de la presión arterial, estrés oxidativo e inflamación. 

Cuando se combinaron, produjeron un impacto negativo aditivo en la función endotelial, particularmente pronunciado en las arteriolas cerebrales y retinianas. 

Cabe destacar que la investigación indicó que el ruido afectó predominantemente al cerebro, mientras que la materia particulada afectó a los pulmones. 

Esta combinación de factores estresantes produjo un mayor estrés oxidativo e inflamación, posiblemente a través de un mecanismo que involucró la inflamación sistémica inducida por partículas y la señalización de la hormona del estrés desencadenada por la exposición al ruido. 

Además, los estudios revelaron una regulación positiva aditiva de la enzima convertidora de angiotensina 2 en el pulmón, lo que podría brindar información sobre la mayor vulnerabilidad a la infección por COVID-19 reportada en poblaciones en áreas con alta contaminación del aire y del ruido.

Para abordar la contaminación acústica se requiere un enfoque matizado, ya que las distintas fuentes de ruido requieren estrategias de mitigación personalizadas. 

En términos generales, las medidas de reducción del ruido se pueden clasificar como activas o pasivas.

Las medidas pasivas se centran en modificaciones estructurales para reducir el ruido, como la instalación de ventanas insonorizadas o el aislamiento de techos y cajas de persianas enrollables. 

Por otro lado, las medidas de reducción del ruido activas tienen como objetivo reducir el ruido en su origen. 

Por ejemplo, en el caso del ruido de las aeronaves, estas medidas podrían implicar cambios en los patrones de vuelo, como aproximaciones en descenso continuo, vuelos a mayores altitudes, aterrizajes más pronunciados o el uso de aproximaciones guiadas por el Sistema de Posicionamiento Global para evitar volar sobre zonas residenciales. 

Además, las nuevas tecnologías de motores pueden contribuir a la reducción del ruido. 

Las prohibiciones de los vuelos nocturnos han demostrado ser muy eficaces para mitigar la contaminación acústica de las aeronaves. 

El ruido ferroviario se puede reducir de manera efectiva mediante medidas activas como reducciones de velocidad, barreras acústicas y el uso de zapatas de freno de última generación, lo que da como resultado reducciones de ruido de 10 a 20 dB(A). 

De manera similar, el ruido de la carretera se puede gestionar activamente mediante estrategias como el uso de superficies de carretera más silenciosas, neumáticos de bajo ruido, la promoción de prácticas de conducción ecológicas y la adopción de automóviles eléctricos. 

Las medidas pasivas para el ruido ferroviario y de la carretera incluyen mejorar el aislamiento de los edificios y diseñar dormitorios a lo largo de la fachada menos expuesta para minimizar la intrusión de ruido. 

Vale la pena señalar que los automóviles eléctricos, si bien son beneficiosos para reducir la contaminación del aire, pueden tener un impacto limitado en la reducción del ruido del tráfico rodado, en particular a velocidades superiores a 30-35 km/h, ya que el ruido de la carretera se genera principalmente por la interacción entre los neumáticos y las superficies de la carretera. 

En este contexto, la transición de los automóviles con motor de combustión a los vehículos eléctricos puede dar como resultado una reducción mínima del ruido de aproximadamente 1 dB(A). 

Al considerar los costos y beneficios de las medidas de reducción del ruido en el tráfico por carretera y ferrocarril, los estudios muestran que los beneficios superan consistentemente los costos. 

Una combinación de estrategias es a menudo el enfoque más eficaz para mitigar la contaminación acústica de manera efectiva. 

Además, las estrategias de mitigación exitosas para los factores de estrés ambiental pueden extenderse a la planificación urbana. 

Aumentar los espacios verdes en las ciudades puede tener beneficios multifacéticos. 

Más vegetación ayuda a contrarrestar los efectos adversos de las islas de calor urbanas, que se producen debido a las extensas superficies de hormigón. 

Estos beneficios incluyen hospitalizaciones reducidas, tasas más bajas de ECV, mayor biodiversidad, mejor calidad del sueño e incluso un microbioma interior más saludable. 

La investigación ha demostrado que los factores de riesgo ambientales, incluidos los contaminantes del aire, la contaminación acústica y la falta de espacios verdes, se asocian de forma independiente con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. 

Cuando estos factores de riesgo se consideran en conjunto, conducen a un mayor riesgo acumulativo de diabetes tipo 2. 

El acceso a más espacios verdes parece ser un factor crucial para mitigar estos riesgos para la salud. 

Además, los espacios verdes tienen el potencial de mejorar la salud física, mental y comunitaria, lo que subraya su importancia en la planificación urbana y la política ambiental.

En conclusión, la contaminación acústica es un problema de salud ambiental generalizado y a menudo subestimado con implicaciones de largo alcance para el bienestar público. 

Este artículo ha explorado las diversas dimensiones de la contaminación acústica, sus fuentes y la amplia evidencia que la vincula con efectos adversos para la salud, incluidos problemas cardiovasculares, trastornos del sueño y estrés psicológico. 

Además, la importante carga económica asociada con los problemas de salud relacionados con el ruido enfatiza la urgencia de abordar esta cuestión. 

Si bien las consecuencias de la contaminación acústica están bien documentadas, existe un reconocimiento creciente de la necesidad de estrategias integrales para mitigar su impacto.

* Shah BUD, Raj R, Kaur P, Karim A, Bansari RB, Mehmoodi A, Malik J. Association of transportation noise with cardiovascular diseases. Clin Cardiol. 2024 May;47(5):e24275. doi: 10.1002/clc.24275. PMID: 38708862; PMCID: PMC11071170.

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