10.08.2017

Consumo de Ácidos Grasos Omega-3 y desarrollo de Enfermedad Cardiovascular

La prestigiosa Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) de Maryland, USA, cuya misión  es producir evidencia para el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU con la meta de hacer que el cuidado de la salud sea más seguro, de mayor calidad, más accesible, equitativo y asequible, -según consta en los propios objetivos de su Misión- publicó con fecha 25 de julio de 2017 un documento con carácter de Revisión sistemática acerca del estado Actual de la Evidencia referente al consumo de Ácidos Grasos Omega-3 y el desarrollo de Enfermedad Cardiovascular*.

Será el comentario de la NOTICIA DEL DÍA de hoy.

En ese sentido esta revisión sistemática evaluó la evidencia reciente sobre los efectos de los ácidos grasos omega-3 (FAs), principalmente de los suplementos de aceite marino, en los resultados clínicos y cardiovasculares seleccionados como por ejemplo su efecto sobre la presión arterial y las concentraciones de lípidos y  su asociación con la ingesta dietética de omega-3 FA y  el comportamiento de biomarcadores con resultados CV. La revisión sistemática incluyó 147 artículos publicados entre 2000 y junio de 2015. Se excluyeron estudios que analizaron los niveles de consumo de pescado (u otro alimento) sin cuantificación exacta del consumo de AG omega-3.

Entre los antecedentes considerados se menciona que la primera observación de un vínculo entre el consumo de pescado y la salud cardiovascular (CV) se hizo a finales de 1970 en una población esquimal de Groenlandia. Esta población exhibió una tasa comparativamente baja de mortalidad CV que se asoció a un consumo de una cantidad mayor que la media de peces que otras poblaciones. Desde esta observación original, se han realizado cientos de estudios para evaluar el efecto de los ácidos grasos omega-3 en las enfermedades cardiovasculares (ECV), sus factores de riesgo y sus biomarcadores.

Los AG omega-3 incluyen ácido eicosapentaenoico (EPA), ácido docosahexaenoico (DHA), ácido docosapentaenoico (DPA) y ácido alfa-linolénico (ALA). Estos son ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y muy larga que tienen muchos efectos fisiológicos, incluyendo la regulación de la inflamación. EPA, DHA y DPA se encuentran en pescados y otros mariscos (llamados aceites marinos dietéticos), así como en suplementos preparados a partir de estos alimentos (denominados aquí suplementos de aceite marino) mientras que ALA se encuentra en nueces, verduras de hoja verde y aceites como canola, soja y linaza.

En 2004, la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) preparó una revisión sistemática original de los ácidos grasos omega-3. Sobre la base de los estudios observacionales disponibles en ese momento, varios grupos de expertos sugirieron que el consumo regular de pescado y mariscos se asocia con bajo riesgo de enfermedad cardíaca coronaria (CHD) y muerte cardiaca. Las recomendaciones se basaron en supuestos de los beneficios de la EPA y el DHA y su contenido en los pescados y mariscos.

Esta actual revisión sistemática tuvo por objeto actualizar las pruebas a la luz de la literatura más reciente publicada sobre el tema e incluyó ensayos controlados aleatorios (ECA) y estudios observacionales. Se excluyeron los estudios que analizaron los niveles de consumo de pescado (u otro alimento) sin cuantificación exacta del consumo de AG omega-3.

Como conclusiones se expresa que el estado actual de la evidencia sugiere que en personas sanas, la ingesta dietética de aceite de pescado puede ayudar a reducir el riesgo de muerte por ECV y accidente cerebrovascular (principalmente accidente cerebrovascular isquémico). Sin embargo en personas ya diagnosticadas o con mayor riesgo de enfermedad cardíaca, la evidencia mostró que los suplementos de aceite de pescado no disminuyen el riesgo de eventos cardíacos adversos graves, muerte por todas las causas, muerte cardíaca súbita, revascularización o hipertensión. Los suplementos de aceite marino tampoco tienen efecto sobre el riesgo de fibrilación auricular (evidencia moderada).

Los suplementos de aceite marino afectan varios resultados intermedios. En primer lugar, disminuyen significativamente los triglicéridos (TGs), posiblemente con mayores efectos en dosis más altas y en personas con TGs basales más altos. En segundo lugar, causan pequeños aumentos tanto en el colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL-c) como en el colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL-c). Finalmente, los suplementos de aceite marino producen pequeños cambios en la proporción de colesterol total a HDL-c.

* Omega-3 Fatty Acids and Cardiovascular Disease: Current State of the Evidence. https://www.effectivehealthcare.ahrq.gov/ehc/products/609/2491/fatty-acids-cardiovascular-disease-clinician-170725.pdf

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