Investigadores de distintas instituciones médicas de Brasil, publicaron en la edición del 13 de julio de 2024 de la revista Clinics de Sao Paulo los resultados de un estudio en el cual analizaron en pacientes portadores de lupus eritematoso sistémico con alto riesgo cardiovascular los efectos del consumo de alimentos en su dieta habitual y los de la actividad física que practicaron cotidianamente*.
La NOTICIA DEL DÍA hoy dará cuenta de este estudio sudamericano.
Los autores manifestaron en la introducción de su desarrollo que el lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad reumática crónica, autoinmune y multisistémica que se caracteriza por la producción de autoanticuerpos que atacan los tejidos y órganos del propio cuerpo, lo que provoca inflamación y daño.
El LES es más frecuente en mujeres y sus síntomas pueden variar ampliamente, desde dolor leve en las articulaciones y erupciones cutáneas hasta daño orgánico grave, entre otras complicaciones.
Las personas con LES tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares (ECV), la principal causa de morbilidad y mortalidad en esta población.
Varios factores contribuyen al aumento del riesgo de ECV en el LES, incluida la inflamación crónica, la disfunción endotelial, la aterosclerosis acelerada y los factores de riesgo cardiovascular tradicionales como la hipertensión, la diabetes, la dislipidemia y la obesidad.
Es importante destacar que otros factores del estilo de vida, como la mala alimentación, el comportamiento sedentario y la inactividad física, también pueden contribuir al aumento del riesgo de ECV en estos pacientes.
Los autores expresaron que el consumo de alimentos es un factor de riesgo cardiovascular modificable bien conocido.
Una dieta rica en alimentos no procesados se asocia con mejores parámetros de salud cardiovascular (p. ej., índice de masa corporal, presión arterial, perfil lipídico y de glucosa).
No obstante, una dieta poco saludable, caracterizada por un alto consumo de alimentos ultraprocesados (generalmente ricos en calorías, azúcar, grasa y sal y pobres en fibras, proteínas, vitaminas y minerales) se ha asociado con hiperglucemia, hiperinsulinemia, dislipidemia, hipertensión y obesidad.
Además, en el LES, se ha demostrado que componentes dietéticos específicos, como los ácidos grasos omega-3, los antioxidantes y la fibra, tienen efectos antiinflamatorios y cardioprotectores.
Sin embargo, los estudios que caracterizan el consumo de alimentos en pacientes con LES siguen siendo escasos, por lo que es difícil concluir el impacto real de la ingesta de alimentos en la salud cardiovascular.
Incluso en remisión, los pacientes con LES a menudo muestran niveles de actividad física por debajo de las pautas recomendadas así como un mayor tiempo dedicado a comportamientos sedentarios en comparación con la población general.
Estas conductas, combinadas e independientemente, son factores de riesgo importantes para las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad y la disminución de la capacidad funcional y aeróbica.
El ejercicio regular, que varía de intensidad moderada a vigorosa, -continúan-, es ampliamente reconocido como un elemento crucial en la prevención y el manejo de enfermedades crónicas.
En el LES, se ha descubierto, -afirman-, que el ejercicio reduce los marcadores inflamatorios, mitiga los factores de riesgo cardiometabólico y mejora la capacidad funcional y aeróbica.
Dada la alta prevalencia e impacto de la ECV en el LES, la identificación de factores de riesgo modificables en esta población resulta de suma importancia.
Por ello, el objetivo del estudio fue describir el consumo de alimentos, el comportamiento sedentario, el nivel de actividad física y la capacidad aeróbica y funcional en una muestra de pacientes con LES y alto riesgo cardiovascular.
Compendiando lo dicho, vale resumir que el lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad reumática crónica, autoinmune y multisistémica.
Que los pacientes con LES tienen una capacidad funcional y aeróbica disminuida, así como una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares (ECV), que son las principales causas de morbimortalidad en esta condición.
Que la ingesta dietética y la actividad física son factores de riesgo cardiovascular modificables bien conocidos.
Y que el objetivo de este estudio fue describir el consumo de alimentos, el comportamiento sedentario, el nivel de actividad física y la capacidad funcional y aeróbica en una muestra de pacientes con LES con alto riesgo cardiovascula.
Por todo ello, este fue un estudio transversal en el que se evaluó a los pacientes para determinar
(1) los parámetros demográficos y antropométricos relacionados con la enfermedad;
(2) el consumo de alimentos;
(3) el nivel de actividad física y comportamiento sedentario;
(4) y la capacidad funcional y aeróbica.
Los pacientes tuvieron un promedio de 41,7 ± 9 años y la mayoría fueron clasificados como sobrepeso/obesidad (87%).
La ingesta promedio de macronutrientes estuvo dentro de las recomendaciones; sin embargo, la ingesta de fibra (16 ± 9 g) y calcio (391 ± 217 mg) estuvo por debajo, y la ingesta de sodio (2,9 ± 1,3 mg) estuvo por encima de las recomendaciones.
Además, el consumo de alimentos evaluado por el sistema Nova mostró un predominio de alimentos no procesados (43,8 ± 14,0% TEI –Total Energy Intake-), aunque la ingesta de alimentos ultraprocesados (20,0 ± 13,9% TEI) fue ligeramente superior a la observada en la población brasileña.
Los pacientes también exhibieron un alto comportamiento sedentario (8,2 ± 2,2 h) y solo dieciocho participantes alcanzaron la cantidad mínima recomendada de actividad física moderada a vigorosa.
En general, los pacientes tuvieron una capacidad funcional y aeróbica baja en comparación con la población general.
Los datos de este estudio pueden ayudar a diseñar ensayos clínicos dedicados que tengan como objetivo investigar los efectos de la intervención en el estilo de vida para mitigar la ECV en el LES.
Subrayaron que el presente estudio tuvo como objetivo caracterizar el consumo de alimentos, el nivel de actividad física, el comportamiento sedentario y la capacidad funcional y aeróbica en una muestra de pacientes con LES y alto riesgo cardiovascular.
Sus hallazgos mostaron que:
(i) varios participantes no cumplieron con las recomendaciones de macronutrientes y algunos de los micronutrientes (p. ej., fibra, calcio y sodio);
(ii) el grupo de alimentos más prevalente (p. ej., nivel de procesamiento) en la dieta de la cohorte de Sao Paulo fue UNMP (Unprocessed or Minimally Processed), seguido de PR (Processed), UPR (ultra-processed) y PCI (Processed Culinary Ingredients);
(iii) el 58,6% de los pacientes exhibieron un alto comportamiento sedentario (por encima de 8 h/día) y dieciocho de ellos cumplieron con la recomendación mínima de actividad física moderada a vigorosa; y
(iv) la capacidad funcional y aeróbica (97,5%) en promedio estuvo por debajo de la de la población general.
El aumento del riesgo de ECV fue una característica común en los pacientes analizados con LES; de hecho, la ECV fue la principal causa de morbimortalidad.
Además de los factores de riesgo relacionados con la enfermedad, el estilo de vida deficiente pudo predisponer a los pacientes con LES a un riesgo de ECV aún mayor.
Es decir, el consumo de alimentos y la actividad física fueron factores de riesgo modificables que pudieron producir efectos cardioprotectores, y que pudieron ser especialmente importantes en pacientes con alto riesgo de ECV.
En la muestra brasileña, se encontró que aunque solo una pequeña parte (4,3%) mostró una ingesta inadecuada de carbohidratos, una parte sustancial (35%) estuvo por debajo de la recomendación de proteínas, mientras que el 25% ingirió más grasa que la recomendada.
Además, de manera similar a observaciones previas en otras poblaciones con LES, se encontraron ingestas insuficientes de fibra y calcio en prácticamente todos los individuos.
De hecho, mientras que 81 pacientes no cumplieron con la ingesta de fibra aconsejado, ninguno cumplió con las recomendaciones dietéticas adecuadas para la ingesta de calcio.
Además, solo 24 participantes no excedieron las recomendaciones de ingesta dietética de sodio.
La ingesta adecuada de fibra fue responsable de una mejor salud digestiva, control de la glucemia y regulación del colesterol; el calcio, a su vez, fue esencial para la salud ósea, la coagulación sanguínea y las funciones musculares y nerviosas de los pacientes.
El sodio es un mineral esencial para el equilibrio hídrico, las funciones musculares y nerviosas y el control de la presión arterial, por lo que fue esencial un control adecuado de la ingesta dietética para evitar el empeoramiento de las comorbilidades asociadas a la enfermedad.
Algunos estudios ya han demostrado que un mayor consumo de alimentos UPR se asoció con enfermedades crónicas no transmisibles, como el sobrepeso y la obesidad, así como la diabetes, la hipertensión y algunos tipos de cáncer.
El mecanismo teórico predominante estuvo asociado con el hecho de que los alimentos UPR contienen altas cantidades de calorías, azúcar, grasa y sal, y bajas cantidades de fibras, proteínas, vitaminas y minerales.
Por otro lado, el UNMP es rico en vitaminas, minerales y fibras, lo que puede conducir a efectos antiinflamatorios y cardioprotectores.
Considerando que los pacientes con LES tienen un mayor riesgo de desarrollar ECV (p. ej., diabetes, hipertensión, etc.) promover una dieta más baja en alimentos UPR y, al mismo tiempo, más alta en alimentos UNMP podría mejorar el perfil de riesgo cardiovascular.
En el presente estudio, los autores encontraron un consumo predominante de alimentos UNMP, lo que estuvo en línea con observaciones previas en otras enfermedades reumáticas, incluida una cohorte de LES que reportó un alto consumo de UNMP y un bajo consumo de alimentos UPR.
De hecho, la población brasileña tuvo un mayor consumo de UNMP y un menor consumo de alimentos UPR en comparación con otros países (principalmente desarrollados).
La última encuesta de presupuesto familiar realizada en Brasil entre 2017 y 2018 mostró que los alimentos UNMP son predominantes mientras que UPR es el grupo de alimentos menos presente.
No obstante, la muestra reportó un consumo ligeramente mayor de UPR que el de la población general (20,0% frente a 18,4% de IET).
Además del consumo de alimentos, en este estudio se evaluaron el nivel de actividad física, el comportamiento sedentario y la capacidad funcional y aeróbica.
Las guías brasileñas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan al menos 150 a 300 minutos de actividad aeróbica moderada a vigorosa por semana para todos los adultos y limitan la cantidad de tiempo en comportamiento sedentario.
Sin embargo, solo dieciocho de los pacientes alcanzaron la cantidad mínima recomendada de actividad física moderada a vigorosa.
De hecho, los resultados observados concordaron con datos previos que demostraron que los pacientes con enfermedades reumáticas pasan una cantidad significativa de tiempo en comportamiento sedentario y tienen niveles muy bajos de actividad física.
Los bajos niveles de actividad física observados en esta población podrían explicarse por factores socioeconómicos, culturales e individuales, y relacionados con la enfermedad, como limitaciones de tiempo, falta de motivación, costos financieros, acceso restringido a instalaciones especializadas, dolor, fatiga y preocupaciones sobre el empeoramiento de los síntomas de la enfermedad.
La muestra también mostró capacidades aeróbicas y funcionales más pobres en comparación con la población general, lo que estuvo en línea con la literatura previa.
La capacidad aeróbica y funcional reducida se ha relacionado con dificultades para realizar actividades físicas y tareas diarias simples, como subir escaleras, levantar objetos pesados o caminar largas distancias.
Además, considerando las recomendaciones, la mayoría de los pacientes (97,5%) también tuvieron una capacidad aeróbica y funcional menor a la esperada para mujeres de la misma edad.
Las fortalezas de este estudio fueron la muestra homogénea de pacientes con LES que compartieron una característica relativamente inexplorada, a saber, un alto riesgo cardiovascular; y el uso de medidas objetivas para evaluar el comportamiento sedentario, el nivel de actividad física y la capacidad funcional y aeróbica.
Sin embargo, este estudio no estuvo exento de limitaciones, según la propia consideración de los autores.
Su diseño transversal no permitió establecer relaciones causales entre las variables, y los hallazgos pueden no ser ampliamente generalizables debido a los criterios de inclusión específicos que se utilizaron para seleccionar a los pacientes de este ensayo clínico.
Además, existió un sesgo inherente asociado con los recordatorios de alimentos de 24 horas (es decir, sesgo de memoria, subregistro del consumo de alimentos, falta de precisión en el recuerdo de las comidas y dificultades para estimar el tamaño de las porciones).
Sin embargo, se instruyó a los participantes para que completaran los recordatorios de alimentos de 24 horas con el máximo de detalles sobre los alimentos y bebidas consumidos, incluidos los tamaños de las porciones y las recetas, y también recibieron la orientación para pedir ayuda si fuera necesario.
Además, los investigadores revisaron todos los recordatorios de alimentos de 24 horas y cuando identificaron datos insuficientes, intentaron comunicarse con el participante para obtener la información.
Por último, es fundamental considerar que los datos se recopilaron durante o después de la etapa más grave de la pandemia de COVID-19 en Brasil, lo que puede haber afectado los patrones de actividad física y consumo de alimentos.
En conclusión, este estudio aportó datos novedosos sobre el consumo habitual de alimentos y el comportamiento sedentario, el nivel de actividad física y la capacidad funcional y aeróbica en una muestra de pacientes con LES con alto riesgo cardiovascular.
Los autores encontraron que, si bien algunos aspectos de la ingesta dietética pudieron considerarse adecuados (p. ej., un alto consumo de UNMP), otros requirieron atención para mitigar el riesgo de ECV relacionado con la enfermedad (p. ej., ingesta inadecuada de macro y micronutrientes).
En general, los pacientes fueron físicamente inactivos y pasaron una cantidad significativa de tiempo en comportamientos sedentarios, lo que pudo contribuir parcialmente a su capacidad aeróbica y funcional empeorada, aumentando en última instancia su riesgo ya de ECV.
Los datos de este estudio pueden ayudar en el diseño de ensayos clínicos dedicados que tengan como objetivo investigar los efectos de nuevas intervenciones en el estilo de vida capaces de compensar los riesgos de ECV en el LES.
* Smaira FI, Mazzolani BC, Sieczkowska SM, Romero M, Ribeiro TT, Amarante MC, Pasoto S, Pinto ALS, Lima FR, Benatti FB, Roschel H, Gualano B. Food consumption, physical activity and aerobic capacity in systemic lupus erythematosus patients with high cardiovascular risk. Clinics (Sao Paulo). 2024 Jul 13;79:100418. doi: 10.1016/j.clinsp.2024.100418. PMID: 39003927; PMCID: PMC11300905.