Investigadores chinos publicaron en la edición del 29 de agosto de 2025 del Reviews in Cardiovascular Medicine, los resultados y conclusiones de una revisión sistemática y un metaanálisis orientados en analizar la relación entre la depresión y el riesgo de arritmias y muerte súbita*.
La NOTICIA DEL DÍA se ocupará hoy de esta reciente publicación.
Para introducir el tema, los autores plantearon que la depresión es una enfermedad mental con una prevalencia extremadamente alta a nivel mundial.
Entre 1990 y 2017, su incidencia global aumentó notablemente un 49,86 %, convirtiéndola en un importante problema de salud pública.
Se considera que casi un tercio (34 %) de los adolescentes presenta riesgo de depresión clínica, mientras que aproximadamente un octavo (13,3 %) de las personas mayores, especialmente las mujeres mayores, han desarrollado depresión grave.
Un estudio reciente estimó una prevalencia promedio de depresión en pacientes hospitalizados del 12 %, lo que indica que la depresión siempre se acompaña de síntomas somáticos.
Además de factores como la edad, el género y los estilos de vida poco saludables, varias enfermedades se asocian con la depresión.
Investigaciones internacionales recientes han indicado que las personas que presentan síntomas depresivos enfrentan un riesgo notablemente elevado de sufrir un accidente cerebrovascular agudo, que abarca tanto los subtipos isquémicos como hemorrágicos.
Además, la evidencia agrupada de los metaanálisis respalda una sólida asociación entre la depresión y una mayor incidencia de accidentes cerebrovasculares.
De manera similar, las manifestaciones depresivas se han relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar enfermedad arterial periférica (EAP).
También se ha sugerido que los pacientes deprimidos tienen una función autonómica cardíaca deteriorada y pueden ser más susceptibles a arritmias como latidos prematuros auriculares o ventriculares.
Estos factores de riesgo también pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Varios estudios han explorado la conexión entre las enfermedades cardiovasculares y la depresión.
Estos estudios sugieren que la depresión se asocia con esclerosis panvascular y alteraciones electrofisiológicas cardíacas.
Estos hallazgos implican que la depresión puede estar acompañada de anomalías biológicas subyacentes, como inflamación crónica, acumulación de lípidos y disfunción neurológica.
En comparación con la población general, los pacientes con depresión tienen mayor probabilidad de desarrollar aterosclerosis y experimentar eventos cardíacos mayores.
En este estudio, se evaluó la correlación entre la depresión y las enfermedades cardiovasculares, mientras que las correlaciones de la depresión con la fibrilación auricular (FA), la taquicardia ventricular (TV), la fibrilación ventricular (FV) y la muerte súbita cardíaca (MSC) se analizaron por separado.
Volviendo sobre lo expresado a manera de resumen, debe destacarse que la depresión es un trastorno mental de alta prevalencia a nivel mundial y suele presentarse con diversos síntomas somáticos.
Estudios clínicos han sugerido una estrecha relación entre la depresión y la inestabilidad electrofisiológica cardíaca, en particular la muerte súbita cardíaca (MSC) y las arritmias.
Por lo tanto, esta revisión evaluó sistemáticamente la asociación entre la depresión y el riesgo de MSC, fibrilación auricular (FA) y arritmias ventriculares.
Este análisis se realizó de acuerdo con las guías de Elementos de Informe Preferidos para Revisiones Sistemáticas y Metaanálisis.
Se realizó una búsqueda exhaustiva en las bases de datos PubMed, Embase, Web of Science, Infraestructura Nacional del Conocimiento de China, VIP y Wanfang para identificar estudios que indicaran una correlación entre la depresión y el riesgo de MSC y arritmias, desde su creación hasta el 10 de abril de 2025.
Se incorporaron numerosos estudios de cohorte bien calificados.
Los coeficientes de correlación se calcularon mediante un modelo de efectos aleatorios.
Los análisis estadísticos se realizaron con Review Manager 5.4 y STATA 16.0.
Un total de 20 estudios fueron incluidos en este metaanálisis.
Exploraron la relación entre la depresión y la MSC, así como las arritmias.
De estas enfermedades, la MSC exhibió una asociación estadísticamente significativa con la depresión (cociente de riesgo [HR], 2,52, intervalo de confianza [IC] del 95 %: 1,82-3,49).
La taquicardia ventricular (TV)/fibrilación ventricular (FV) también se correlacionó significativamente con la depresión (HR): 1,38, IC del 95 %: 1,03-1,86).
La depresión también fue considerablemente más probable de desarrollarse después de la FA.
Los resultados también indicaron que la recurrencia de la FA (HR: 1,89, IC del 95 %: 1,54-2,33) fue más significativa que la FA de nueva aparición (HR: 1,10, IC del 95 %: 0,98-1,25).
Sometiendo a consideración los hallazgos señalados, los autores expresaron que este metaanálisis, basado en 20 estudios de cohorte y más de 10 millones de participantes, proporcionó evidencia contundente de una asociación significativa entre la depresión y el riesgo de MSC, TV/FV y FA.
Cabe destacar que la asociación entre la depresión y la FA de nueva aparición no fue estadísticamente significativa.
La asociación más robusta se observó entre la depresión y la MSC (HR: 2,52), lo que sugirió que las personas con síntomas depresivos tienen más del doble de probabilidades de experimentar MSC en comparación con las personas sin depresión.
La depresión también se asoció moderadamente con TV/FV (HR: 1,38) y FA recurrente (HR: 1,89), lo que destacó sus implicancias más amplias para la inestabilidad electrofisiológica.
La asociación entre la depresión y los resultados electrofisiológicos cardíacos adversos es probablemente multifactorial y bidireccional, involucrando vías conductuales, autonómicas, neurohormonales e inflamatorias.
Se ha demostrado que la depresión altera el equilibrio autonómico, caracterizado por un aumento del tono simpático y una reducción de la actividad parasimpática.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC), un marcador sustituto de la regulación autonómica, se reduce significativamente en pacientes deprimidos, un hallazgo correlacionado con una mayor susceptibilidad a las arritmias ventriculares y la MSC.
La pérdida de protección vagal también puede facilitar la inestabilidad eléctrica auricular, promoviendo así la FA recurrente.
La depresión es un trastorno heterogéneo con diferentes subtipos que tienen diversos efectos sobre la función del sistema nervioso autónomo y la electrofisiología cardíaca.
El subtipo depresivo internalizante (caracterizado por bajo estado de ánimo, retraimiento y falta de placer) se asocia más a menudo con una reducción de la VFC, lo que sugiere una actividad disminuida del nervio parasimpático (vago).
El subtipo de depresión agitada o comórbida suele estar asociado con una mayor actividad del nervio simpático y un intervalo QT prolongado, lo que aumenta el riesgo de arritmias ventriculares.
Además del desequilibrio autonómico, la inflamación sistémica crónica de bajo grado desempeña un papel central.
Los estados depresivos se caracterizan por niveles elevados de citocinas inflamatorias, como la interleucina-6, el factor de necrosis tumoral alfa y la proteína C reactiva, que han demostrado inducir disfunción endotelial, promover la fibrosis miocárdica y mejorar la arritmogenicidad auricular y ventricular a través de la remodelación estructural y eléctrica.
Además, la desregulación del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal en la depresión causa hipercortisolemia y una mayor liberación de catecolaminas, lo que agrava aún más los trastornos autonómicos e inflamatorios.
Los pacientes con depresión son más propensos a participar en comportamientos poco saludables como fumar, inactividad física, mala alimentación e incumplimiento de la medicación, todo lo cual puede exacerbar los riesgos cardiovasculares.
Además, los trastornos del sueño, comunes en individuos deprimidos, son desencadenantes conocidos de la aparición de FA y MSC, especialmente durante las sobretensiones simpáticas nocturnas.
Ciertos antidepresivos, en particular los tricíclicos, y algunos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), pueden prolongar el intervalo QT y aumentar el riesgo de torsades de pointes o arritmias ventriculares.
Aunque no se ha abordado directamente en la mayoría de los estudios incluidos, este factor farmacológico merece ser considerado en la interpretación clínica.
El efecto diferencial observado entre la FA recurrente y la de nueva aparición es notable.
La depresión se asoció significativamente con la recurrencia de la FA, pero no con la incidencia.
Una posible explicación es que los pacientes con FA recurrente pueden presentar ya remodelado auricular estructural y vulnerabilidad autonómica, ambos factores que pueden verse exacerbados por la depresión.
Además, los episodios recurrentes pueden intensificar el estrés psicológico, creando un círculo vicioso.
La alta heterogeneidad (I² = 98%) en los estudios de FA de nueva aparición sugiere diferencias metodológicas y poblacionales sustanciales, incluyendo definiciones inconsistentes de depresión, variaciones en la duración del seguimiento y diferencias en los perfiles de riesgo cardiovascular subyacentes.
El análisis de sensibilidad mostró que la exclusión de un solo estudio redujo la heterogeneidad, pero aún no se alcanzó la significación estadística.
Los hallazgos de los autores subrayan la necesidad de integrar el cribado de salud mental, en particular la depresión, en los modelos de estratificación del riesgo cardiovascular.
En pacientes con enfermedad cardiovascular establecida, la depresión no solo debe considerarse una comorbilidad, sino también un posible marcador pronóstico de arritmias mortales y MSC.
El tratamiento psicoterapéutico y farmacológico de la depresión puede tener efectos cardioprotectores.
Estudios previos han demostrado que el manejo eficaz de la depresión, especialmente la terapia cognitivo-conductual (TCC), puede reducir los eventos arrítmicos y la mortalidad cardiovascular, especialmente en pacientes más jóvenes. <60 años).
En la práctica clínica, la TCC sigue siendo la intervención psicoterapéutica de primera línea, con beneficios bien documentados tanto en la regulación del estado de ánimo como en la modulación de la función autonómica.
Otras opciones como la terapia interpersonal (IPT por sus siglas en inglés de interpersonal therapy) y la terapia cognitiva basada en la atención plena (MBCT por sus siglas en inglés de mindfulness-based cognitive therapy) pueden ser beneficiosas, especialmente en pacientes con depresión recurrente o resistente al tratamiento.
Desde una perspectiva farmacológica, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), en particular la sertralina y el escitalopram, se prefieren en pacientes con enfermedad cardiovascular debido a sus perfiles de seguridad favorables y su bajo potencial arritmogénico.
Por el contrario, los antidepresivos tricíclicos (ATC) y los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) generalmente deben evitarse en esta población debido a sus conocidos efectos proarrítmicos.
Sin embargo, se necesitan estudios de intervención a gran escala para verificar estos beneficios.
A pesar de las fortalezas de este metaanálisis, se deben reconocer varias limitaciones.
En primer lugar, el número de estudios disponibles para ciertos resultados clave, específicamente la MSC y la FA recurrente, fue relativamente pequeño, lo que puede comprometer la robustez estadística y la precisión de las estimaciones agrupadas.
En segundo lugar, la mayoría de las cohortes incluidas se obtuvieron de países occidentales de altos ingresos, lo que limita la generalización de los hallazgos a poblaciones asiáticas y otras regiones de ingresos bajos y medios donde los contextos epidemiológicos y de atención médica pueden diferir.
En tercer lugar, el diagnóstico de depresión varió entre los estudios, con diferentes herramientas psicométricas como el PHQ-9, el HADS y el BDI aplicadas de forma inconsistente, lo que podría introducir sesgo de clasificación.
Además, todos los estudios incluidos fueron de diseño observacional, lo que restringe la capacidad de inferir causalidad y deja abierta la posibilidad de confusión residual, incluso cuando se informaron los ajustes.
Por último, aunque no se detectó un sesgo de publicación importante mediante la prueba de Egger, el pequeño número de estudios que contribuyeron a algunos resultados puede haber reducido la sensibilidad de esta evaluación.
Concluyendo, los hallazgos de este estudio chino demostraron que la depresión se correlacionó significativamente con la MSC y las enfermedades cardiovasculares, incluyendo TV/FV y FA.
Las intervenciones psicoterapéuticas pueden ser cruciales en el manejo de la salud de los pacientes con enfermedades cardiovasculares.
Palabras clave: depresión, muerte cardíaca súbita, arritmias,
revisión sistemática, metaanálisis
* You Y, Shi Y, Yu Q, Rao X, Tong X, Tang T, Hu S, Zhang S, Zhang X, Wang H, Wang M, Tang J. Depression and Risk of Sudden Cardiac Death and Arrhythmias: A Systematic Review and Meta-Analysis. Rev Cardiovasc Med. 2025 Aug 29;26(8):36520. doi: 10.31083/RCM36520. PMID: 40927095; PMCID: PMC12415728.