19.06.2019

Dilatación aórtica y práctica deportiva

Una consulta realizada por el Dr. Omar Villanueva Muñoz, de Lima, Perú relativa a un deportista  masculino de 65 años practicante de IronMan con el hallazgo ecocardiográfico de una aorta toráccica dilatada, no aneurismática es el disparador para escoger como NOTICIA DEL DÍA una revisión publicada en abril en el Expert Review of Cardiovascular Theraphy acerca del ejercicio y participación deportiva en pacientes con enfermedad aórtica torácica*.

Señalan los autores italianos y holandeses que la incidencia de enfermedad aórtica torácica (TAD por sus siglas en ingles), como los aneurismas aórticos torácicos y las disecciones, se estima en 9.1-16.3 / 100.000 por año. 

Sin embargo, los aneurismas aórticos torácicos son en su mayoría asintomáticos y su prevalencia probablemente esté subestimada. 

Alrededor del 20% de los pacientes con dilatación aórtica torácica tienen antecedentes familiares positivos de enfermedad aórtica, que puede ser la expresión de un trastorno subyacente como la válvula aórtica bicúspide (BAV por sus siglas en inglés) o trastornos del tejido conectivo, como el síndrome de Marfan (MFS por sus siglas en inglés), Síndrome de Loeys-Dietz, síndrome de Ehlers-Danlos o síndrome de Turner. 

Los pacientes con BAV son de particular interés porque esta condición no es infrecuente, con una prevalencia de alrededor del 1% en la población general. 

Sin embargo, los pacientes con BAV parecen tener un riesgo relativamente bajo de disección aórtica. 

Por el contrario, el síndrome de Marfan tiene una prevalencia más baja de 6.5 / 100.000, pero estos pacientes tienen un alto riesgo de disección aórtica aguda.

Los cambios hemodinámicos asociados con el ejercicio, y específicamente el aumento de la presión arterial, están potencialmente asociados con un mayor riesgo de crecimiento aórtico y disección aórtica aguda en el contexto de una enfermedad aórtica torácica (TAD por sus siglas en inglés). 

Las guías actuales establecen que los pacientes con TAD deben evitar la resistencia extenuante o el ejercicio isométrico y los deportes competitivos. 

Sin embargo, debido a la falta de datos, estas pautas europeas, canadienses y estadounidenses se caracterizan por bajos niveles de evidencia. 

Las recomendaciones para grupos específicos de pacientes, como los pacientes con BAV, están en línea con estas pautas. Sin embargo, se aconseja a los pacientes con MFS que solo participen en deportes de baja y moderada intensidad con controles regulares que incluyen ecocardiografía cada 6 meses, incluso si la dilatación de la raíz aórtica está ausente.

Asimismo, la importancia del ejercicio diario se hizo evidente en la década de 1950, cuando se descubrió una relación inversa entre la actividad física y el riesgo cardiovascular.

Desde entonces, se ha comprendido bien que un estilo de vida sedentario es un importante factor de riesgo modificable para la enfermedad cardiovascular y la mortalidad. 

Además, se sabe que el ejercicio regular previene y reduce la hipertensión. 

Para los pacientes con TAD es igualmente importante no tener un estilo de vida sedentario, sino también prevenir el crecimiento aórtico torácico y la aparición de disección aórtica, lo que crea una paradoja difícil para los clínicos. 

En este estudio, los autores intentan proporcionar una revisión sistemática actualizada de la evidencia disponible sobre el ejercicio y la participación deportiva en pacientes con TAD, incluidos aquellos con aortopatías hereditarias, e identificar lagunas en el conocimiento. 

El objetivo principal de los investigadores fue encontrar evidencia sobre: 

​​1) la remodelación aórtica asociada con el ejercicio regular y los límites superiores de las dimensiones en individuos físicamente activos, 

2) el riesgo de disecciones aórticas torácicas agudas durante el ejercicio, y 

3) el impacto del ejercicio sobre la aorta torácica en grupos específicos de pacientes, especialmente en pacientes con BAV y MFS.

Se realizó una búsqueda sistemática en Medline, Embase y Web of Science, según los siguientes criterios: aneurisma aórtico torácico o disección aórtica torácica o aortopatías hereditarias, incluido el síndrome de Marfan (MFS), síndrome de Loeys-Dietz, síndrome de Turner, síndrome de Ehlers-Danlos, válvula aórtica bicúspide (BAV) y deportes, ejercicio o deportistas. 

Los 1,652 manuscritos resultantes fueron revisados ​​por dos observadores independientes. Finalmente, se incluyeron 26 estudios y 12 informes de casos, que informaron sobre las dimensiones de la aorta torácica en los atletas, las disecciones aórticas agudas relacionadas con el ejercicio y el ejercicio en pacientes con BAV y MFS. 

A manera de conclusión, los autores citan la opinión de expertos: la elevación de la presión arterial durante el ejercicio puede estar asociada con un mayor riesgo de disección aórtica aguda; sin embargo, ningún ensayo controlado ha evaluado longitudinalmente el efecto del ejercicio sobre la supervivencia o el riesgo de disección aórtica en pacientes con TAD. 

Los estudios con modelos de ratones sugieren efectos beneficiosos del ejercicio en el contexto de una aorta dilatada en el MFS por lo cuál existe una clara necesidad de investigación prospectiva en este campo.

* Thijssen CGE, Bons LR, Gökalp AL, Van Kimmenade RRJ, Mokhles MM, Pelliccia A, Takkenberg JJM, Roos-Hesselink JW. Exercise and sports participation in patients with thoracic aortic disease: a review. Expert Rev Cardiovasc Ther. 2019 Apr;17(4):251-266. doi: 10.1080/14779072.2019.1585807. Epub 2019 Mar 21.

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