Los fármacos antiarrítmicos (AAD por sus siglas en inglés) se utilizan para aliviar los síntomas y mantener el ritmo sinusal en pacientes con fibrilación auricular no permanente (FA). Estos fármacos con frecuencia tienen efectos secundarios y pueden causar arritmias ventriculares y un aumento de la mortalidad, especialmente en pacientes con cardiopatía estructural.
Con estas premisas fue publicado recientemente en el American Heart Journal un artículo que se ocupó de analizar el tema de la arritmia ventricular y la muerte asociada en pacientes con fibrilación auricular que utilizan fármacos antiarrítmicos* del que se ocupará la NOTICIA DEL DÍA de hoy.
Las pautas internacionales tienen recomendaciones estrictas sobre cuándo se pueden usar estos medicamentos y cuándo se deben evitar.
De esta forma, los pacientes con insuficiencia cardíaca grave no deben usar ningún otro AAD que no sea la amiodarona. Los pacientes con cardiopatía isquémica, enfermedad valvular significativa o hipertrofia ventricular no deben usar medicamentos de clase 1 como flecainida, disopiramida o propafenona, pero pueden usar dronedarona, sotalol o amiodarona, recuerda el autor.
Los pacientes que usan amiodarona o dronedarona deben ser monitoreados de cerca por los eventuales efectos secundarios deletéreos sobre el hígado, etc. En el mundo real, los medicamentos no siempre se usan de acuerdo con las recomendaciones de las guías.
Para la mayoría de los AAD, hay pocos estudios controlados con placebo, en su mayoría muy pequeños, sobre la seguridad para el uso en pacientes con FA.
El objetivo del estudio fue, por lo tanto, evaluar y comparar la seguridad de los fármacos antiarrítmicos utilizados para el control del ritmo en la FA en una gran población no seleccionada del mundo real.
Este es un estudio de todos los pacientes con FA diagnosticada en el registro de pacientes sueco que recibieron una prescripción de sotalol, amiodarona, dronedarona, flecainida o disopiramida durante el período 2010-2015.
El punto final principal consistió en determinar la muerte arrítmica, reanimación exitosa, nuevo diagnóstico de taquicardia ventricular, fibrilación ventricular o implantación de CDI en esta población.
La mortalidad por todas las causas fue un punto final secundario. El seguimiento mínimo fue de 1 año.
Se estudiaron 44,995 pacientes con FA tratados con AAD y 267,518 pacientes sin tratamiento durante un tiempo total en riesgo calculado para todos ellos de más de 1.1 millones de años.
En comparación con el sotalol, el riesgo para el punto final principal se redujo con dronedarona (cociente de riesgo [HR] 0,58, intervalo de confianza del 95% [IC] 0,37-0,90), similar a la flecainida (HR 0,95, 0,69–1,32) y disopiramida (HR 1.30, IC 0.83-2.05).
La mortalidad por todas las causas fue menor con dronedarona (HR 0,44, IC 0,34-0,57) y flecainida (HR 0,55, IC 0,44-0,68) que con sotalol. La confusión oculta impidió la evaluación confiable de la amiodarona.
Las conclusiones a las que arriba el autor consisten en considerar que la dronedarona fue el único fármaco antiarrítmico con un riesgo significativamente menor de muerte arrítmica, arritmia ventricular sostenida o implante de DAI que el sotalol en pacientes con fibrilación auricular. Tanto la dronedarona como la flecainida se asociaron con una menor mortalidad por todas las causas que el sotalol.
* Friberg, L. (2018). Ventricular arrhythmia and death among atrial fibrillation patients using anti-arrhythmic drugs. American Heart Journal. doi:10.1016/j.ahj.2018.06.018