Será el de hoy para la NOTICIA DEL DÍA un tema de frecuente consulta en la práctica clínica cotidiana aunque no abordado con igual intensidad en la lectura bibliográfica: el de la Hipotensión ortostática para el cardiólogo, según una publicación de enero de este año*.
Se define como una caída en la PAS de 20 mmHg o PAD de 10 mmHg dentro de los 3 min de estar de pie.
Efectivamente, la hipotensión ortostática es un problema que los cardiólogos suelen encontrar en el entorno clínico con relativa frecuencia.
La causa puede ser tan simple y reversible como la diuresis exagerada, o tan problemática como la falla del sistema nervioso autónomo secundaria a la diabetes mellitus de larga data.
Independientemente de la causa, la hipotensión ortostática es la segunda causa más común de síncope, que es quizás la consecuencia hemodinámica más inmediata y peligrosa de la entidad.
El síncope conduce a ingresos hospitalarios en más del 50% de los mayores de 80 años.
Para complicar las cosas, la hipertensión severa en posición supina es un fenómeno observado en más de la mitad de los casos de hipotensión ortostática neurogénica (NHOH por sus siglas en inglés) y la regulación de la presión arterial (PA) en estos dos extremos puede ser especialmente desafiante, justificando la experiencia de un especialista cardiovascular en muchos casos.
La entidad se asocia con morbilidad y mortalidad cardiovascular significativa ya que no solo predice eventos coronarios, insuficiencia cardíaca congestiva (ICC) y mortalidad cardiovascular; asimismo el desarrollo concomitante de hipotensión ortostática en pacientes con diabetes mellitus e insuficiencia cardíaca augura un pronóstico mucho más precario en estos estados de enfermedad.
Una explicación cardiovascular para esta asociación no está clara, pero puede implicar remodelación estructural del corazón (aumento de la hipertrofia ventricular izquierda, empeoramiento de la disfunción diastólica) en estos pacientes.
Comprender la fisiopatología y las opciones de tratamiento puede ayudar al cardiólogo a delinear la causa del síncope, tratar la HTA supina si esta fuera la causa, y también permitirles proporcionar una mejor atención cardiovascular a las personas afectadas, cualquiera que sea la etiología.
El Colegio Americano de Cardiología (ACC), la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) y la Sociedad del Ritmo Cardíaco (HRS) recientemente publicaron pautas de consenso sobre el diagnóstico, el tratamiento y el tratamiento del síncope y sus instigadores, incluida la hipotensión ortostática.
Además, las guías de consenso también se han actualizado recientemente, lo que refuerza la definición universal de hipotensión ortostática y sus patologías estrechamente asociadas.
Finalmente, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó en 2014 la droxidopa, un profármaco sintético de norepinefrina oral, para el tratamiento de la hipotensión ortostática neurogénica (nOH), y representa una intervención bien tolerada, efectiva y fácil de usar.
Esto representa solo el segundo medicamento aprobado por la FDA para la hipotensión ortostática, el primero fue la midodrina en 1986. Un puñado de estudios comparativos más pequeños no solo han enfrentado agentes farmacológicos, sino también intervenciones no farmacológicas con agentes farmacológicos. Además, estudios recientes también informaron sobre herramientas de detección más convenientes para la hipotensión ortostática.
Aunque ha habido muchos avances en el tratamiento de la hipotensión ortostática, sigue siendo una enfermedad crónica, debilitante y, a menudo, progresivamente fatal.
Los cardiólogos pueden jugar un papel muy importante en la optimización de la hemodinámica en esta población de pacientes para mejorar la calidad de vida y minimizar el riesgo cardiovascular.
* Mar PL, Raj SR. Orthostatic hypotension for the cardiologist. Curr Opin Cardiol. 2018 Jan;33(1):66-72. doi: 10.1097/HCO.0000000000000467.