Siempre pensé al calendario como algo misterioso de suceder incesante y ajeno a nuestra voluntad y razocinio. Tan ajeno, que inexorablemente se suceden en una cadencia rítmica, quasi musical, las horas, días, meses y años que se asocian a acontecimientos de nuestras vidas.
¿Qué peso específico hace que si bien vivimos cada día de manera similar al precedente y al que seguirá a continuación en el devenir, adquieran de manera especial singular significado un cumpleaños, una efemérides, un aniversario?
Se me ocurre una respuesta que no me resulta perturbadora, ya que el acto de pensar es capaz de quitar el tinte con el cuál los afectos colorean el escenario: la fecha evoca el acontecimiento con lo cuál éste adquiere dimensión, se agiganta y opaca al acontecer cronológico.
Entonces, el 15 de abril ya no será el quinceavo día del cuarto mes del calendario y (por lo menos en mi mente) mágicamente se convierte en el Aniversario, el primero, de aquella llamada matutina que no era la de él, la de todos los días, sino aquella otra, gris, no querida, que me anunciaba su muerte.
Hoy, 15 de abril se cumple el primer año de la partida de mi colega y amigo Jorge Yanovsky, con quién camináramos juntos 40 años de nuestra vidas de la mano de aquella amada común (pero en realidad odiada) llamada Enfermedad de Chagas.
Preferiría no recordar así el 15 de abril.
Pero lo hago. Y como las palabras comienzan a tropezar por el desfiladero a través del cuál debieran convertirse en tales, lo voy a hacer compartiendo con Ustedes este Recuerdo y el Homenaje que le rindiéramos académicamente el 22 de julio de 2016 en la Videoconferencia online que llevara su nombre y evocara a esa amada-odiada común: http://fac.org.ar/2/comites/chagas/yanovskyj.php
¡Te recordamos y queremos, Jorge!
Edgardo