02.07.2017

Recuerdo de «Los Argerichos»

Suelo a veces decir que me produce alegría que la NOTICIA DEL DÍA se inspire en hechos que surgen de sus seno. Tal sucederá nuevamente aunque no es precisamente alegría la motivación que la genera.

Esta NOTICIA lo será del día 2 de julio, aunque comenta un hecho sucedido el 30 de junio y ella misma es escrita el día 1º de julio alrededor de la 8 hs, a dos horas de ir a despedir para siempre a mi mamá.

Me pregunté si un hecho personal, de la esfera íntima si se quiere, podría convertirse en NOTICIA de un Proyecto científico académico como es el FIAI del sitio que le da forma de contenidos digitales cuál es fiaiweb.com y decenas o centenares de ideas asaltaron mi mente de manera confusa y desordenada como suelen juguetear en nuestras cabezas cuando quieren emerger a borbotones.

Me trasladé a un 1º de julio lluvioso y frío de 1974, 43 años ha, cuando a cargo de la única Unidad Coronaria Móvil existente en Buenos Aires me destinaron a asistir a centenares de miles de personas que lloraban pacientemente la muerte del entonces Presidente de La Nación, Tte. Gral. Juan Domingo Perón.

Recuerdo que en las puertas del Congreso de la Nación nos habíamos organizado en plena calle formado tres filas paralelas  al sentido de la Avenida Callao, filas de pacientes que se renovaban constantemente: llamábamos a la primera como Terapia Intensiva donde acostábamos a los desmayados que eran tratados de igual manera: todos recibían una dosis de Poción Todd que tenía mágicos efectos; ello nos permitían derivar al paciente a la fila intermedia, especie de Terapia Intermedia de Recuperación que en pocos minutos otorgaba el alta hacia la primera fila, la más cercana a la vereda del Congreso, donde otros sectores de la Comunidad entregaban una bebida caliente a los totalmente recuperados que volvían a sí a su lugar en la fila principal, donde sabían que deberían permanecer durante horas para dar su adiós definitivo al General.

Me vino a mi mente mi Jefe histórico durante más de 30 años, Carlos Bertolasi, quién posiblemente me haya inspirado fuertemente, aunque él no lo sepa hallándose en el lugar del Universo donde se encuentre, si es que hay uno, en escribir esta NOTICIA.

Bertolasi consideraba la actividad académica como un todo integrado que nos inspiraba a los miembros del Servicio de Cardiología del Hospital Argerich de Buenos Aires, donde la reflexión sobre lo que llamábamos “infartos con tiempo o sin tiempo”, si era hecha un día lunes, era precedida por el prólogo quasi religioso de esperar su llegada al Servicio con banderas del Club River Plate, si este equipo había triunfado y no lo había hecho el Boca Junior amado de Bertolasi. O las banderas de Boca tendidas en su despacho cuando la situación era la inversa.

Ni qué hablar del hecho que era fuertemente comentado por los colegas, aunque no presenciado por mí, que Bertolasi y Rosenbaum, ferverosos “hinchas” de Boca Juniors, los domingos arengaban a su club del alma desde la tribuna, con sus respectivos pañuelos anudados en sus cuatro puntas y colocados en la cabeza a manera de sombreros

Es que éramos una familia que convivía diariamente, donde el rigor científico (y del otro) se combinaba con la posibilidad de hacer una Fiesta para despedir ruidosamente el año, o donde el Jefe hacía una visita personal para abordar delicados temas personales, o donde una ronda de chistes verdes era capaz de introducirse en la discusión de la fisiopatología de la isquemia silente.

La ciencia y la docencia se mezclaban con la vida, de la mano de Carlos Bertolasi, y creo haber bebido allí la idea de concebir este Proyecto FIAI como lo que es y donde me doy el permiso de pensar que la discusión de un caso, una sesión de imágenes o el compartir textos bibliográficos pueden hacerse en simultáneo con la organización de una cena de camaradería o compartir este momento que corresponde a mi intimidad.

Y con esa misma filosofía de la vida presidiendo todos los actos, los científicos, los académicos y los de la “vida” propiamente dicha, me permito contarles y recordar que en 2004 creé en el Hospital un Grupo de Teatro “cómico” integrado por profesionales y pacientes que llamamos “Los Argerichos” que entonces adquirieron gran notoriedad, porque representaban hechos de la vida hospitalaria en forma cantada y cómica. Mi vieja formaba parte del elenco con alegría y vitalidad. https://www.youtube.com/watch?v=LNt2Uvtr_-s

En una de las actuaciones, mientras con entonces 80 años bailaba en el escenario, se cayó hacia afuera; un gran silencio se produjo entre el público y los actores; ella se levantó y continúó bailando, por aquello que el espectáculo debe continuar. Solo una pequeña fractura de la mano. Pero allí sitúo el inicio de su lento decaer.

Hoy me permito recordarla asi, bailando, cayendo y volviendo a bailar. Con ese espíritu escribo esta NOTICIA DEL DÍA de hoy

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