Una revisión sistemática y metaanálisis realizada por autores australianos que se ocupó de la evaluación de la estenosis aórtica mediante resonancia magnética cardiovascular que fuera publicada en la edición de junio de 2020 del Journal of Cardiovascular Magnetic Resonance será motivo de la NOTICIA DEL DÍA de hoy*.
Señalan los autores que la resonancia magnética cardiovascular (RMC), desde su introducción en la década de 1980, ha evolucionado para convertirse en una alternativa viable no invasiva a la ecocardiografía para una amplia variedad de patologías cardíacas.
La estenosis aórtica (EA) es una enfermedad común con un impacto clínico devastador; efectivamente, sin intervención sobre la válvula enferma, progresa inexorablemente y una vez que se desarrollan los síntomas, la esperanza de vida se reduce a una media de 3 años, a menos que no se alivie la obstrucción mecánica.
La ecocardiografía transtorácica (ETT) es el estándar clínico de referencia: es rápido, seguro, bien tolerado por los pacientes y es, con mucho, el examen más común utilizado para la evaluación de la enfermedad valvular aórtica.
Los considerables avances técnicos en CMR han mejorado la calidad de la información anatómica y funcional disponible en comparación con la ecocardiografía para evaluar el estado clínico y la practicidad de esta valvulopatía.
El diagnóstico de EA, y particularmente en los estadíos más graves, se determina mediante una combinación de la determinación de gradientes de presión media y máxima a través de la válvula, así como la medición del orificio valvular efectivo o el área de la válvula aórtica (AVA).
Con base en estos criterios, la EA grave se especifica mediante un AVA de <1 cm2 determinado por la apertura máxima de la válvula aórtica durante la sístole. Se han diseñado varios métodos para calcular esto, incluida la fórmula de Gorlin para usar con cateterismo cardíaco invasivo (ahora rara vez utilizado), la ecuación de continuidad usada con ETT y determinada en una serie de mediciones que incluyen el tracto de salida del ventrículo izquierdo (TSVI) y planimetría y tomografía computarizada (TC) que determinan el AVA mediante medición directa del orificio valvular.
La RMC ha surgido como un método alternativo, no invasivo, y ofrece potencial para establecer pronóstico y planificación para intervenciones de procedimiento en forma de implante de válvula aórtica transcatéter (TAVI) o reemplazo quirúrgico de válvula aórtica (SAVR).
Además, proporciona imágenes anatómicas de alta fidelidad, lo que evita la necesidad de herramientas de imágenes adicionales como la TC en el tratamiento para la intervención de la válvula. Esto puede ser particularmente beneficioso en pacientes con insuficiencia renal en los que están contraindicadas las altas cargas de contraste yodado necesarias para las imágenes tomográficas.
La RMC con contraste puede proporcionar información valiosa sobre la anatomía y la cicatriz del miocardio, sin embargo, no se requiere contraste de gadolinio para la evaluación funcional básica o para la cuantificación del flujo transvalvular.
El rápido crecimiento reciente en el volumen de los procedimientos de intervención aórtica está aumentando la demanda de una evaluación precisa de la anatomía y función de la válvula. La resonancia representa un método atractivo no invasivo en vista de la falta de exposición a la radiación, la seguridad relativa de los agentes de gadolinio no iónicos en relación con el contraste de yodo y su capacidad para proporcionar una combinación de información anatómica, de flujo y sobre mediciones ventriculares.
Este artículo tuvo como objetivo revisar la literatura actual sobre el uso de la RMC para la evaluación de la válvula aórtica en comparación con la ETT y la ecocardiografía transesofágica (ETE).
Se buscaron en bases de datos electrónicas estudios que compararan estos tres métodos en el diagnóstico de EA. Los estudios se incluyeron solo si en ellos se realizó una comparación directa en pacientes emparejados y si el diagnóstico se realizó principalmente mediante la medición del área de la válvula aórtica (AVA).
Se incluyeron entonces 23 artículos prospectivos relevantes en el metaanálisis, totalizando 1040 pacientes individuales. No hubo diferencia significativa en el AVA medido por CMR en comparación con ETE.
Las mediciones de CMR del tamaño del AVA fueron mayores en comparación con el ETT en un promedio del 10,7% (diferencia absoluta: + 0,14 cm2, IC del 95%: 0,07-0,21, p <0,001). La confiabilidad fue alta tanto para las mediciones interobservador como intraobservador (0.03cm2 +/- 0.04 y 0.02cm2 +/- 0.01, respectivamente).
Como conclusiones los autores señalan que el análisis realizado demostró la equivalencia de las medidas de AVA utilizando CMR en comparación con las obtenidas mediante ETE.
La CMR demostró un AVA pequeño pero significativamente mayor que el obteniso mediante ETT. Sin embargo, esto puede atribuirse a errores conocidos en la derivación del tamaño del tracto de salida del ventrículo izquierdo medido por ETT.
Al ofrecer una evaluación anatómica adicional, la RMC se justifica como una herramienta principal en la evaluación y el diagnóstico de pacientes con EA grave que son candidatos para una intervención quirúrgica o transcatéter.
* Woldendorp K, Bannon PG, Grieve SM. Evaluation of aortic stenosis using cardiovascular magnetic resonance: a systematic review & meta-analysis. J Cardiovasc Magn Reson. 2020 Jun 15;22(1):45. doi: 10.1186/s12968-020-00633-z. PMID: 32536342; PMCID: PMC7294634.