14.07.2024

Revisión sistemática sobre las enfermedades cardiovasculares como factores de riesgo del síndrome post-COVID

Investigadores malayos de distintas instituciones médicas realizaron una revisión sistemática de la literatura tendiente a analizar el rol de la enfermedad cardiovascular preexistente como factor de riesgo del síndrome post-covid y publicaron sus resultados y conclusiones en la edición del 10 de julio del 2024 del BMC Public Health*.

Ésta será el fundamento de la NOTICIA DEL DÍA de hoy.

Señalaron a manera de prólogo, que la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ha causado una carga significativa en todo el mundo. 

Agregaron que el espectro clínico de las infecciones por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) puede variar desde una infección asintomática, pasando por una enfermedad respiratoria, hasta insuficiencia multiorgánica y muerte. 

Los síntomas comunes incluyen fatiga, disnea, palpitaciones, dificultades para dormir y ansiedad.

Hay cientos de millones de sobrevivientes de COVID-19 en todo el mundo, de los cuales algunos informaron haber experimentado una recuperación incompleta meses después de contraer la enfermedad aguda, que es una condición conocida como síndrome post-COVID (PCS por sus siglas en inglés de post-covid syndrome). 

Si bien la etapa aguda de COVID-19 se identificó temprano, la etiología subyacente de la sintomatología persistente y variable del PCS sigue siendo inadecuada.

Describieron el PCS como una afección en la que los pacientes desarrollan varios síntomas persistentes durante más de 12 semanas después de la infección aguda por COVID-19 y que no pueden explicarse con ningún diagnóstico alternativo. 

La prevalencia estimada del PCS se encuentra entre el 10% y el 35%. 

Los efectos a largo plazo sobre la salud física y mental constituyen un problema de salud pública en aumento y un serio desafío para los sistemas de atención de la salud. 

Por lo tanto, -agregan-, debe enfatizarse la comprensión crítica de los elementos predisponentes del desarrollo del PCS para permitir la identificación de los determinantes significativos. 

Los médicos se beneficiarían de poder brindar rápidamente el tratamiento y el apoyo correctos con una visión integral del paciente para reducir la morbilidad y mejorar los resultados. 

Esto se facilitaría al poder identificar los grupos con mayor riesgo de sufrir síndrome post-covid.

La incidencia documentada de PCS varía significativamente entre y dentro de varias naciones, incluyendo el Reino Unido (1.6–71%), África (68%), Italia (5–51%), India (22%), China (49–76%) y los EE.UU. (16–53%). 

Cuando se compara con estudios comunitarios como el de Sudre et al., los que evaluaron pacientes hospitalizados típicamente informaron estimaciones de prevalencia más altas, por ejemplo 76% en Huang et al. y 71% en Evans et al., lo que refleja la compleja relación entre la gravedad de la enfermedad aguda, las comorbilidades y los síntomas persistentes. 

La variación sustancial en las estimaciones de prevalencia entre los diferentes estudios podría haberse debido a variaciones en la población del estudio, como la sociodemografía, las prácticas clínicas y los protocolos de tratamiento, la duración del seguimiento, etc..

Un mayor riesgo de desarrollar PCS se asoció con un aumento del gradiente en la edad, el sexo femenino, la hospitalización durante la COVID-19 aguda, la carga de síntomas que incluía disnea y dolor torácico y la existencia de comorbilidades como el asma. 

Galal et al. informaron que el 26,5% de los pacientes con PCS tuvieron enfermedades crónicas, siendo la  hipertensión la comorbilidad más significativa asociada, seguida de las enfermedades pulmonares crónicas. 

Estas afecciones cardiovasculares incluyeron pericarditis (cociente de riesgos instantáneos [HR] = 1,85; intervalo de confianza [IC] del 95 %: 1,61-2,13), insuficiencia cardíaca (HR = 1,72; IC del 95 %: 1,65-1,80), cardiopatía isquémica (HR = 1,72; IC del 95 %: 1,56-1,90) y fibrilación auricular (HR = 1,71; IC del 95 %: 1,64-1,79).

Actualmente, los estudios que analizan los factores de riesgo asociados con el PCS, específicamente las comorbilidades preexistentes como la ECV, son limitados. 

Por lo tanto es una necesidad crítica comprender la ECV como un factor de riesgo para el PCS. 

Además, el efecto de los trastornos médicos, específicamente la ECV, en los pacientes con PCS y si el espectro difiere del de los pacientes sin ECV debe investigarse considerando los nuevos datos disponibles sobre el PCS. 

Por lo tanto, esta revisión sistemática tuvo como objetivo identificar la ECV como el factor de riesgo para el desarrollo del PCS. 

Por lo tanto, permitiría la identificación de las personas que están en riesgo, ayudar con la detección y el diagnóstico tempranos y establecer un manejo adecuado que satisfaga mejor sus necesidades.

Resumiendo lo expresado, una proporción cada vez mayor de personas experimenta una recuperación incompleta meses después de contraer la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19). 

Estos sobrevivientes de COVID-19 desarrollan una afección conocida como síndrome post-COVID (PCS), en la que los síntomas persisten durante más de 12 semanas después de la infección aguda. 

Estudios limitados han investigado los factores de riesgo del PCS que incluyeron, en particular, enfermedades cardiovasculares (ECV) preexistentes, que deben examinarse teniendo en cuenta los datos más recientes sobre PCS. 

Esta revisión tuvo como objetivo, entonces, identificar la ECV como un factor de riesgo para el desarrollo del PCS en sobrevivientes de COVID-19.

Siguiendo la lista de verificación de elementos de informe preferidos para revisiones sistemáticas y metaanálisis (PRISMA), se realizaron búsquedas sistemáticas de literatura en las bases de datos PubMed, Scopus y Web of Science desde la fecha más temprana disponible hasta junio de 2023. 

Se incluyeron datos de estudios observacionales en inglés que describían la asociación entre la ECV y el síndrome post-covid en adultos (≥ 18 años). 

Un mínimo de dos autores realizaron de forma independiente, la selección de estudios, la extracción de datos, la síntesis de los mismos y la evaluación de la calidad (escala de Newcastle-Ottawa). 

El protocolo de esta revisión se registró bajo PROSPERO (ID: CRD42023440834).

En total, se examinaron 594 estudios después de eliminar los duplicados y los artículos no originales. 

De los 11 estudios finalmente seleccionados, la ECV, incluida la hipertensión (seis estudios), la insuficiencia cardíaca (tres estudios) y otras (dos estudios), se asociaron significativamente con el desarrollo de PCS teniendo en cuenta diferentes factores. 

Los estudios incluidos fueron de calidad metodológica moderada a alta.

Repasando lo señalado hasta aquí, tras el brote de COVID-19, una proporción significativa de sobrevivientes en todo el mundo desarrolló síntomas persistentes hasta 1 año después de la fase inicial de infección aguda, un trastorno conocido como PCS. 

Este fenómeno indica que el manejo de las secuelas de COVID-19 es crucial. 

Las secuelas de COVID-19 pueden variar de síntomas leves a síntomas persistentes graves. 

Algunos pacientes pueden desarrollar síntomas leves, comúnmente fatiga, tos, dolor de cabeza, dolor muscular, problemas cognitivos, insomnio y síntomas psicológicos 12 semanas después de la infección inicial de COVID-19, mientras que los pacientes que desarrollan síntomas crónicos, incluyendo dificultad para respirar, dolor en el pecho y disnea, pueden requerir rehospitalización. 

Con el tiempo, estos síntomas pueden fluctuar, exacerbarse o recaer, afectando negativamente a múltiples sistemas orgánicos.

Numerosos estudios han informado que incluso después de que se haya tratado la infección aguda, muchos sobrevivientes de COVID-19 con comorbilidades podrían seguir teniendo síntomas nuevos o persistentes, que podrían estar directamente relacionados con factores previos a la infección. 

Arjun et al. informaron que una mayor incidencia de síntomas de PCS se correlacionó con varias comorbilidades. 

Las que tuvieron la mayor asociación fueron hipertensión, diabetes mellitus, problemas cardíacos, asma, problemas renales, otros trastornos pulmonares y cáncer. 

Por lo tanto, la mayoría de los pacientes continúan experimentando dificultades de productividad en su vida diaria > 12 semanas después de la infección aguda.

La presente revisión investigó la relación entre el PCS y las condiciones premórbidas, particularmente la ECV. 

Los resultados respaldaron los hallazgos previos de que la ECV está asociada con el desarrollo del PCS. 

Los resultados clave de la presente revisión fueron que los pacientes con ECV preexistente tuvieron más probabilidades de experimentar PCS. 

La prevalencia de la ECV destacó la compleja carga del síndrome post-covid en los individuos. 

Además, los autores determinaron que todos los estudios incluidos informaron resultados dispares, lo que limitó la aplicación terapéutica de este conocimiento. 

La evidencia de esta revisión sistemática sugirió que la ECV como la hipertensión, la insuficiencia cardíaca congestiva o crónica, el infarto de miocardio, el ataque isquémico transitorio, la enfermedad arterial o venosa periférica, el tromboembolismo venoso, la arritmia cardíaca y la cardiopatía isquémica se asociaron con una mayor probabilidad de desarrollar PCS leve a grave. 

Por lo tanto, los pacientes con PCS con estas ECV preexistentes se identificaron como un grupo de alto riesgo para adquirir síntomas a posteriori.

En este estudio, la hipertensión se asoció con mayores riesgos de la mayoría de los síntomas posteriores a la infección. 

De hecho, la hipertensión fue un factor de riesgo significativo para múltiples secuelas como fatiga, tos, palpitaciones, opresión precordial y disnea. 

En consecuencia, los sobrevivientes de COVID-19 con hipertensión podrían soportar síntomas similares durante un período prolongado. 

Además, después de una infección aguda por COVID-19, los pacientes con problemas cardiovasculares subyacentes pueden requerir tiempos de recuperación más prolongados. 

La investigación ha demostrado que las personas con ECV tienen más probabilidades de experimentar afecciones graves y pueden necesitar estadías hospitalarias más prolongadas, las cuales pueden prolongar la duración del PCS.

Además, la afectación cardíaca común surgió debido a las frecuencias cardíacas fluctuantes y las respuestas de la presión arterial a las evaluaciones clínicas. 

El COVID-19 se ha relacionado con anomalías, que incluyen disfunción ventricular derecha (26,3 %), disfunción ventricular izquierda (18,4 %), disfunción diastólica (13,2 %) y derrame pericárdico (7,2 %). 

Estos problemas pueden perjudicar la función cardíaca, elevar la presión arterial y agravar las condiciones hipertensivas. 

Se desconoce cuánto de esto es reversible en pacientes que progresan al PCS. 

Además, la duración del PCS en este grupo de alto riesgo puede prolongarse por consecuencias a largo plazo como daño miocárdico, miocarditis y arritmias.

Los hallazgos comentados indicaron que la insuficiencia cardíaca y la enfermedad arterial o venosa periférica dieron lugar a la readmisión hospitalaria o al requisito de atención médica de PCS debido a síntomas persistentes graves como tos y diisnea. 

Esto fue consistente con los resultados de un estudio previo, que informó que un diagnóstico de insuficiencia cardíaca aumentó la probabilidad de readmisión dentro de los 60 días posteriores al alta en cuatro veces. 

De manera similar, la insuficiencia cardíaca crónica fue la característica clínica predominante que causó la rehospitalización, con una prevalencia aproximadamente 3 veces mayor en comparación con el grupo de control. 

Rey et al. también observaron que el SARS-CoV-2 potencialmente causa lesión cardíaca y podría conducir a un aumento de la descompensación aguda recurrente, especialmente en personas mayores con características cardiopulmonares basales comprometidas. 

Si COVID-19 daña directamente el miocardio o la insuficiencia cardíaca preexistente explica esta conexión, sigue siendo debatido.

Este estudio también reveló que los sobrevivientes de COVID-19 con infarto de miocardio tuvieron dificultad para realizar actividades regulares y tuvieron problemas de sueño, lo que afectó su calidad de vida.

La anomalía más prevalente detectada con la infección aguda por COVID-19 fue el daño miocárdico, que generalmente se identificó cuando los pacientes tuvieron niveles elevados de troponina cardíaca lo cual podría estar presente en un porcentaje significativo de pacientes con COVID-19. 

Además, los pacientes con PCS pueden experimentar dolor en el pecho (17%), palpitaciones (20%) y disnea con el esfuerzo. 

Se desconoce la incidencia de arritmias cardíacas en el PCS, pero algunos pacientes podrían experimentar palpitaciones. 

Además, las secuelas cardíacas de la COVID-19 aguda, como trastornos arteriales o venosos periféricos, aneurismas de la arteria coronaria y tromboembolia arterial o venosa, pueden surgir en pacientes con PCS mucho después de la recuperación de la enfermedad aguda. 

Estas anomalías anatómicas pueden causar dificultad para respirar y dolor o sensación de opresión precordial.

La frecuencia de los síntomas puede disminuir a medida que progresa la infección, lo que hace que el momento de la evaluación sea crucial.

Además, estos datos enfatizaron que los pacientes con hipertensión, insuficiencia cardíaca, ataque cardíaco, etc. han iluminado la gravedad del PCS y la urgencia de este problema. 

Los formuladores de políticas pueden comprender la magnitud total del problema y sus efectos sobre la salud pública midiendo la carga del mismo. 

Además, estos hallazgos también pudieron ayudar a diseñar estrategias holísticas de salud pública que resuelvan varios factores que influyen en la salud, como la accesibilidad a los medicamentos, el tratamiento médico de rehabilitación y la actividad física en el hogar. 

Las estrategias de control y monitoreo a largo plazo son cruciales para aquellos con ECV preexistente, dado su posible impacto en la duración y el curso del PCS. 

Diferentes organizaciones han establecido varias pautas en varios países para el manejo de grupos de alto riesgo que requieren un monitoreo cercano de la función cardíaca, prevención de factores de riesgo y coordinación de atención multidisciplinaria.

Un punto fuerte de este estudio fue que se buscó exhaustivamente toda la evidencia disponible actualmente, centrándose en la correlación entre múltiples ECV preexistentes y un mayor riesgo de contraer PCS, lo que dio como resultado la inclusión de 11 estudios en esta revisión. 

Los hallazgos principales demostraron la caracterización de la sintomatología del PCS en diferentes poblaciones y destacaron sus implicaciones en relación con varios tipos de ECV. 

Esto subrayó lo crucial que fue fortalecer el enfoque integral para enfatizar que varias disciplinas deben ayudar a los pacientes con PCS. 

Esta fue una forma útil de demostrar la dedicación a brindarles a los pacientes una atención holística. 

Además, la evaluación de la calidad metodológica de los estudios incluidos se calificó como de buena calidad y se consideró mayoritariamente satisfactoria.

Una limitación importante de esta revisión fue que los estudios incluidos tuvieron diseños de estudio, demografía, entornos, edades medias, tamaños de muestra, técnicas de prueba de síntomas e intervalos de seguimiento sustancialmente heterogéneos. 

Además, la combinación de muestreo de cohorte y procedimientos de recolección de datos podría haber producido resultados inconsistentes y diversos. 

Sin embargo, los resultados fueron consistentes y reflejaron la asociación entre ECV y PCS. 

Además, se identificaron estudios que utilizaron principalmente definiciones validadas de PCS para la estandarización. 

Estos hallazgos enfatizaron la necesidad de más investigación con un mejor control de los factores de confusión, herramientas de evaluación coordinadas de PCS y el uso de una definición consistente y validada del síndrome para mejorar los estándares de calidad y minimizar la heterogeneidad de los informes.

Las investigaciones futuras deben homogeneizar los métodos y la recopilación de datos para garantizar que los resultados sean más fiables y pertinentes. 

Dado que los hallazgos se basaron principalmente en estudios de observación, que dieron lugar a un pequeño número de estudios incluidos, los autores recomendaron que las investigaciones futuras incorporen otros diseños de estudio para obtener información más fiable y diversos puntos de vista en diferentes poblaciones. 

El trabajo publicado subrayó la necesidad de más investigaciones que involucren una gama más amplia de poblaciones. 

Las investigaciones posteriores deberán concentrarse en aclarar los procesos que subyacen a los impactos notificados del PCS, que pudieran cambiar los estándares de la práctica clínica y mejorar la atención al paciente al perseguir estos objetivos de investigación y avanzar en la comprensión del campo.

Concluyendo, esta revisión sistemática indicó que la ECV podría ser el factor de riesgo para la aparición del síndrome de PCS. 

Actualmente, los sobrevivientes de COVID-19 con ECV preexistente, como hipertensión e insuficiencia cardíaca, tienen una mayor probabilidad de desarrollar síndrome de PCS que los sobrevivientes de COVID-19 sin antecedentes cardiovasculares. 

El síndrome de PCS afecta claramente a varias poblaciones y presenta un amplio espectro de síntomas. 

Los autores destacaron el hecho de que la carga del síndrome de PCS aumentará a medida que más personas con ECV desarrollen la afección. 

Además, como la insuficiencia cardíaca, la hipertensión y otras ECV se asocian con un mayor riesgo de desarrollar síndrome de PCS, es necesario examinar y evaluar a estos pacientes de manera más exhaustiva y temprana durante las sesiones de seguimiento para mejorar sus resultados. 

Estos grupos en riesgo también necesitan una gestión integral de la atención médica y estrategias preventivas efectivas para reducir la probabilidad de cualquier medida inexacta. 

Dadas las circunstancias desafiantes y los efectos negativos del síndrome de PCS en un individuo, el estudio malayo sugirió realizar investigaciones adicionales para obtener más conocimientos y crear pautas específicas para ciertas poblaciones, como aquellas con afecciones premórbidas.

* Sha’ari NI, Ismail A, Abdul Aziz AF, Suddin LS, Azzeri A, Sk Abd Razak R, Mad Tahir NS. Cardiovascular diseases as risk factors of post-COVID syndrome: a systematic review. BMC Public Health. 2024 Jul 10;24(1):1846. doi: 10.1186/s12889-024-19300-4. PMID: 38987743; PMCID: PMC11238467.

Auspicios Institucionales
  • Sociedad Argentina de Cardiología
  • Federación Argentina de Cardiología
  • SIAC
  • SADEC
  • Asociación Argentina de Cardiología
  • Latin American Heart Rhythm Society
  • Fundación Barceló - Facultad de Medicina