Tómese esa copa, esa copa de vino/ bis./Ya se la tomó, ya se la tomó,y ahora le toca al vecino
Aún resuenan los ecos del 14º Encuentro del FIAI y quiénes de una u otra forma participamos del mismo, evocamos un tanto nostálgicos los más diversos recuerdos de aquélla memorable reunión anual.
No sólo el alto contenido científico de las conferencias, la entrega de la distinción Maestro del FIAI a Isabel Konopka, la habitual Cena de Camaradería, sino detalles, que sólo la particular característica coloquial del FIAI permite que formen parte de la NOTICIA DEL DÍA que hoy comentará una nota que escribiera y nos enviara Adrián Baranchuk donde pregunta si ¿Beber vino es realmente bueno para tu corazón?*.
En efecto, la lectura de la nota como prólogo necesario para que esta columna adquiera forma de NOTICIA, y una innata tendencia a la asociación libre me hicieron rememorar que entre los muchos regalos que este Editor recibiera durante el Encuentro, todos ellos de un alto significado afectivo, predominaron las botellas de vino.
Hubo una de ellas que me obsequiara Claudio Rey Benavente, de Orán, Salta, Argentina en un hermoso envase de cuero, era un vino artesanal salteño que motivó un sinnúmero de comentarios entre los expertos, sobre todo de los colegas mendocinos. No había prestado atención que se trataba de un vino patero.
Entre dichos comentarios por ejemplo Juan Carlos Manzzardo, Maestro de Expertos si los hay en el tema en cuestión, disertó sobre los vinos pateros:
Lo de «patero» se aplica a la forma de molienda (pisar las uvas) siendo ésta, la forma de moler el vino llamado «casero», generalmente es más dulce (porque se corta la fermentación antes) quedando azúcares. Puede tener diferente color, generalmente blanco, pero puede ser rosado o tinto. Depende de las uvas que se usen, se puede hacer blanco de uvas tintas sacándole el hollejo (piel) a los granos de uva. Si se lo deja fermentar al todo, pierde azúcares y queda más seco. Lógico tendrá el sabor de la variedad que se use, o la mezcla, existe una variedad en especial, llamada «moscatel» son uvas de color rosado, de un perfume especial, éste es dulce; y también de la vasija en se fermente y guarde. Puede ser madera (generalmente bordelezas, cuando es casero, pero también puede usarse materiales de acero o cemento).
Una bodega pequeña, podría hacer vino «patero» si usa el método de molienda más antiguo (pisar las uvas) y obtener el mosto (jugo) para convertirlo en vino.
Si no se muele «pisando a patas» pues NO es Patero!
«A patas» significa «descalzo» , generalmente se «pisaba» en vasijas de cuero de buey.
Un repaso de los centenares de chats realizados en Telegram me hizo tomar conciencia que el vino fue tema de muchos de ellos. Ya volveremos sobre este aspecto, para ocuparnos ahora de la cita mencionada.
Baranchuk y sus colaboradores señalan en su texto que a medida que se acerca el fin de semana, la gente abre botellas de vino en bares, restaurantes y hogares de todo el mundo, listos para descansar y relajarse.
Esta relación con el vino tiene una larga historia. La bodega más antigua conocida, que data del año 4100 aC, fue descubierta en 2010 por los arqueólogos en una cueva armenia . El vino fue utilizado en ceremonias por los egipcios, intercambiado por los fenicios, honrado por el dios griego Dionisio y el dios romano Baco.
Para 2014, la humanidad estaba consumiendo más de 24 millones de litros de vino cada año en todo el mundo. Ahora existe cierto temor de que los eventos climáticos extremos en Europa occidental durante 2017 hayan reducido sustancialmente la producción y los precios de este bien de alta demanda aumentarán. Entonces, ¿por qué el vino es tan popular?
Además de sus sabores y su capacidad para ayudar a las personas a relajarse, el vino se ha ganado una reputación de ser un alcohol «saludable». Investigadores del pasado señalaron asociaciones entre el consumo de vino tinto en Francia y una menor incidencia de enfermedades cardíacas.
Y ya en un lenguaje más propio de los papers a los que estamos acostumbrados, los autores señalan que la intriga científica moderna en torno al vino ha crecido enormemente desde la década de 1970, cuando los grandes estudios internacionales informaron por primera vez de un vínculo entre el consumo de alcohol ligero a moderado y las tasas más bajas de aparición de enfermedad isquémica cardíaca y las muertes asociadas.
Resultados similares han sido reportados individualmente para el vino, específicamente vino tinto. Este fenómeno se acuñó finalmente como «la paradoja francesa» después de que Renaud y De Lorgeril, dos científicos que se hicieron conocidos por este trabajo, observaron un riesgo relativamente bajo de mortalidad asociada a cardiopatía isquémica en los bebedores de vino tinto a pesar del consumo de una dieta rica en grasas saturadas.
¿Esto significa que el vino tinto es bueno para el corazón? Esta es una pregunta compleja y hasta ahora no hay consenso sobre la respuesta. Se necesita considerar más de un factor para explicar esta situación. Los patrones de consumo, las características del estilo de vida y la ingesta dietética son importantes para que las personas obtengan un perfil cardiovascular saludable.
El vino tinto contiene más de 500 sustancias químicas diferentes. Una clase, llamada «polifenoles», ha sido ampliamente investigada por impartir los aparentes efectos antioxidantes y antiinflamatorios del vino tinto.
Se cree que el alcohol y los polifenoles tienen varios impactos positivos en la salud. Uno es una contribución a un aumento en el colesterol HDL o «buen colesterol» y una disminución del LDL-oxidado o «colesterol malo». También contribuyen a una disminución de la inflamación . Se cree que aumentan la sensibilidad a la insulina . Y se entiende que mejoran la presión sanguínea .
El alcohol y los polifenoles contribuyen a explicar la paradoja francesa, además de los factores del estilo de vida.
También los autores no dejan de subrayar que a pesar de los efectos beneficiosos del consumo de vino y alcohol, beber sigue siendo un factor de riesgo potencial para la fibrilación auricular.
Volvamos a la inclinación enólica que descubrí en FIAI TELEGRAM.
Por ejemplo, el 17 de abril, Juan Carlos daba cuenta de la celebración del Día Mundial del Malbec; dos día después Mario Heñin en el Grupo de Hipertensión, destacaba las propiedades antihipertensivas del Malbec mendocino; el 9 de junio, nuevamente Manzzardo, haciendo gala de un fino conocimiento, ante una pregunta respondía con sapiencia recomendando las siguientes bodegas de su provincia 1) ZAPATA CATENA (Angélica; DV Catena); 2) Atamisque (Atamisque Malbec; Catalpa, Serval); 3) Rutini, hay muchos, uno muy conocido: Trumpeter; 4) Alto las Hormigas; 5) Zucardi. Agrega anecdóticamente que al “Potro Pérez Riera le regaló Trumpeter, otros de bodega Las Hormigas y de Atamisque. “Le gustaron mucho, según me contó”.
Juan José Sirena, para no ser menos, desde Santiago del Estero envió una foto de una botella de TrinitA, con el que regaba un suculento asado el 10 de junio.
Marilina Ortega, la voz femenina del Grupo de expertos mendocinos, señalaba el 5 de agosto unos vinos excelentes que se llaman Bo Bo de Bodegas Trapecio.
Después de esta reseña, queda alguna duda de la opinión de los colegas respondiendo la pregunta si ¿Beber vino es realmente bueno para tu corazón?
* Adrián Baranchuk; Bryce Alexander; Sohaib Haseeb. Is drinking wine really good for your heart? The Conversation. https://theconversation.com/is-drinking-wine-really-good-for-your-heart-85954