Mi nombre es Patricia Alejandra Maciel mat 21408, especialidad en cardiología en el hospital Provincial de Rosario desde 2013 a 2017.
Esta especialidad me permitió trabajar en unidades de cuidados críticos en mi ciudad y alrededores; además de trabajar en atención primaria.
Con la llegada de la pandemia por el COVID 19, he atendido un número importante de pacientes, haciendo desde hisopados, intubando o incluso tramitando alimentos para las personas aisladas del centro de salud Dr Ramón Carrillo en la zona noroeste de mi ciudad.
Al principio con mucho temor. He atravesado por situaciones en donde he debido aislarme, hisoparme, hasta autohisoparme, levantarme y volver a empezar.
Con el temor de contagiar a mi familia y al resto de la sociedad.
Sentirme un arma biológica, ir de casa al trabajo y viceversa. Estamos acostumbrados a trabajar con casos críticos, pero esta pandemia dejará una impronta difícil de olvidar.
Los trajes asfixiantes, el empañado de la protección ocular, la pronación de los pacientes, la escucha activa y empática del paciente que perdió un ser querido, y así, innumerables situaciones que ponen en jaque a más de uno de nosotros.
La llegada de la vacuna Sputnik V del laboratorio Gamaleya renovó mi compromiso y mis energías al mismo tiempo que la moral de esta simple trabajadora de la salud pública se vino abajo frente a los descabellados intentos de demonizar una vacuna.
Hoy llevo día 8 de la primer dosis y no he presentado más síntoma que frío sin fiebre a las 18 hs de la inoculación y dolor durante 4 días en el sitio de punción.
Creo fervientemente que debemos entender estos sucesos dentro de un contexto histórico global y aunar esfuerzos para que logremos vencer este virus.
En mi opinión, estigmatizar una vacuna, no es bueno.
Agradezco comenzar a pensar que gracias a esta vacuna, en unos meses volveré a poder besar a mis hijos.
Por último aclarar que la inmunidad no se da de un día para el otro con ninguna vacuna.
Aliento a tomar el plan de vacunación como quizás el inicio de una nueva normalidad. Pero fundamentalmente, con la esperanza de no volver a ver tantas veces a la muerte tan de cerca.